No sé tú…

Por Redacción
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Por: Marolen Martínez

Hoy decidí llamar así mi columna, porque no sé tú, pero yo veo a mi alrededor tanta soledad, ojos tristes, almas sonámbulas, una sociedad en la que la superficialidad y materialismo esta ganando la batalla a miles de seres humanos, tan así que el pasado 15 de noviembre, es decir hace una semana, la OMS hace de la soledad una prioridad sanitaria mundial con una nueva Comisión sobre Conexión Social.

Entonces… no sé tú, pero seguro cada uno de nosotros podemos hacer algo positivo, propositivo,  basado en el amor, la compasión y la generosidad por las personas a nuestro alrededor, por supuesto, iniciando por nosotros mismos.

“No sé tú”, para quienes me conocen un poquito más allá de mis columnas saben que quien interpreta una canción con ese nombre “No sé tú” es mi cantante favorito desde que tengo 11 años y fue mi papá quien me regaló sus discos siempre que le fue posible; entonces… ayer reflexionando sobre lo privilegiada que es mi vida, a pesar de las noticias que recibimos siempre nos debe motivar el vivir agradecidas y esto lo traigo a colación porque también son muy pocas personas las que saben que hace unos años me removieron la mitad de la nariz por cáncer de piel y hoy la vida en su sabiduría inexplicable me hace volver a pasar este proceso… entonces, no sé tú, pero yo no dejo de pensar ni un minuto en la energía divina, en que el universo nos hace recordar cuál es el propósito de nuestra vida y que en ese proceso debemos sanar heridas mucho más profundas que aún venimos cargando.

En ese mismo proceso de sanación interna, sanación del alma, sanación generacional debemos encaminarnos a el hecho de vivir momentos maravillosos personales, tenemos mucho por hacer no solo por nosotros y ser egoístas, sino más importante aún, por personas menos privilegiadas que nosotros.

“No sé tú” pero yo estoy consciente que debemos hacer algo para impactar positivamente en nuestro entorno cercano, una vez más reitero, basadas en el amor, en la confianza, en el agradecimiento, la compasión y la generosidad.

Consciencia de uno mismo

Vivimos en una sociedad que se mueve con el primero dame y después confío, no existe la reciprocidad social ni comercial; en mi columna de la semana pasada comenté sobre la importancia global de los 17 ODS, y así también de la falta de importancia que se la ha dado a los Objetivos de Desarrollo Interno que fueron creados en paralelo a los ODS y por qué fueron creados, sencillamente porque no podemos cuidar de un mundo si primero no cuidamos de nosotros mismos, los seres humanos.

Durante los dos años de COVID, todos decían esta pandemia  nos hará mejores seres humanos, nos hará más empáticos, solidarios, etc. No sé tú, pero yo lo que veo en la sociedad es todo lo contrario, veo menos tolerancia, menos compasión, menos confianza, menos generosidad, sencillamente menos amor.  Veo más soledad, más apatía, más superficialidad, más hipocresía; no sé tú qué ves a tu alrededor.

En mi caso siempre he hecho las cosas sin esperar nada a cambio y he de confesar que desde que tuve el diagnóstico del cáncer de piel me adentré a otro tipo de conocimientos, mismos que me han llevado a reconocer y difundir la importancia de conocernos a nosotros mismos, de sanar desde nuestras emociones para así encaminarnos a la paz interior, hacia un nuevo estado del ser, encontrar nuestro propósito de vida y ser ejemplo vivo del amor en expansión.

No sé tú, pero yo estoy segura que debemos reflexionar con frecuencia sobre las bondades que siempre se derivan de las emociones positivas, que resultan constructivas y cooperantes, siembran buenos lazos afectivos, hacia nosotros  y a los demás, favorecen incluso el cuerpo y previenen desórdenes psicosomáticos.

No sé tú, pero tenemos que intentar seriamente potenciar y abonar las emociones positivas y saludables, sentirlas profundamente, vivir a través de ellas y expresarlas.  Debemos examinar y concienciarnos de hasta qué punto el habernos dejado llevar tantas veces por las emociones negativas nos ha creado enormes disgustos y dificultades, en tanto que cada vez que nos han guiado las emociones saludables, hemos tenido toda suerte de satisfacciones. ¿Por qué cultivar emociones basura cuando podemos cultivar emociones bellas que nos ayuden a crecer interiormente y a lograr estados mentales de sosiego, lucidez y compasión, siendo así nosotros más dichosos y procurando dicha a las otras criaturas?

Apreciar, agradecer, valorar

No sé tú, pero estoy segura que se hace necesario reflexionar sobre hasta qué punto el mundo en el que vivimos sería por completo distinto si cada día hubiera más personas que promuevan, que vivan, que practiquen emociones loables y construyeran un sistema emocional realmente sano.

No sé tú, pero yo no tengo miedo de mostrar mis emociones y sentimientos positivos, el amor, la compasión, la generosidad, el servicio, la empatía, perdón y olvido; no me pongo la coraza de la indiferencia, la rudeza, la frialdad, la rigidez o el interés pensando que así lograré más y mejores negocios o que las personas no abusen de mí.  ¿Tú cómo te muestras al mundo?

No sé tú, pero yo te invito a que evites reaccionar con emociones negativas ante las emociones negativas de los otros, las circunstancias adversas, los desafíos, los inconvenientes y las vicisitudes, así como protegerte con emociones constructivas de las destructivas de los otros: no es falta de firmeza, sino todo lo contrario.   

No sé tú, pero en lo personal estoy segura que debemos adiestrarnos en el dominio de los pensamientos para poder ponerlos siempre al servicio de emociones bellas y constructivas y no de las perniciosas y destructivas.

No sé tú, pero debemos valorar las emociones positivas de las otras personas y tomarlas como fuente de inspiración para nosotros mismos y para corresponder con emociones de igual signo.

No sé tú, pero yo estoy convencida de irradiar, amor y generosidad en todo lo que realice.  ¿Tú que deseas irradiar?

No sé tú, pero yo me aferro a que podemos cada día marcar una huella indeleble en todo nuestro alrededor, especialmente en personas que no conocemos y quizás necesitan esa luz de esperanza, ilusión y alegría.

 No sé tú… ¿a qué te atreves?

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