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¿Quién es este personaje llamado “Coach”?

Por Redacción
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El coaching no es para la gente que está mal… ¡es para aquel que quiere mejorar!

Escrito por Julio de León Vizcaíno  www.coachjulio.com

El coach es un personaje que puede jugar un rol de apoyo sumamente relevante en el desarrollo de cualquier persona, en el ámbito personal o laboral. Es un apoyo en la gestión personal de procesos de cambio. Esto significa que podría ser alguien que marque un antes y un después en nuestra vida. Podría sonar excesivo para algunos, pero otros que han sido parte de un proceso de coaching sabrán de lo que hablo. Pero ¡Atención! Los coaches no son seres místicos que están en el mundo para cambiarte la vida con una varita mágica.

Cuando escuchamos la palabra coach, pensamos normalmente en un entrenador, en alguien que nos da claras instrucciones de qué hacer. Pero esta definición podría no ser del todo correcta. Más adelante veremos que un coach no te dice qué hacer. Tiene técnicas más… “sugerentes”.

Un coach (respetable) es alguien que se ha formado en el tema. Alguien que ha recibido cursos especializados en cómo llevar el proceso de coaching de manera tal que ayude a los participantes a avanzar en su desarrollo en la medida que el participante mismo trabaja por ello.

Hago la acotación refiriéndome a un coach “Respetable”, ya que es una actividad sumamente enviciada en los últimos años. Realmente el convertirse en un coach requiere estudio, práctica, experiencia y sobre todo, vocación. El estudio es esencial. Considero personalmente que existen muchas escuelas de coaching que brindan una guía adecuada para poder desenvolverse adecuadamente ante los requerimientos de los coachees, o participantes receptores del proceso de coaching. Pero existen algunas personas que han sido expuestas a conocimientos incompletos e incluso incorrectos, lo que puede generar más mal que bien en los coachees. Un coach respetable entiende la responsabilidad que tiene al ponerse en contacto con las metas, los sueños y los anhelos de los coachees a quienes tiene el privilegio de apoyar. Por ello, creo que la formación especializada en coaching es esencial para realizar un trabajo adecuado y que genere valor en los coachees. Pero hay un personaje más peligroso aún que aquel que se ha formado de manera incorrecta… Aquel que cree que, porque ha vivido ya muchas cosas interesantes en su vida personal – según su propio y particular punto de vista – merece ser llamado coach. ¡A este personaje hasta yo le tengo miedo! Y le tengo miedo porque desmerita la labor del coach. No me mal entiendan. Creo que todo aquel que quiere ayudar a otros tiene ya una “gradita ganada que le acerca al cielo”. Pero las buenas intenciones no son suficientes para determinar necesidades, realizar un proceso adecuado de escucha activa, tener la fortaleza profesional de no querer decirle al coachee lo que DEBE hacer… El proceso de coaching es algo relevante y que debe realizarse de manera profesional y responsable.

En cuanto a la práctica, puedo decir fehacientemente que un coach con pocas horas de experiencia es como un piloto con pocas horas de vuelo. “La práctica hace al maestro”, reza el dicho popular. Y en este caso, la práctica ayuda a los nuevos coaches a entender que al realizar un proceso no están trabajando con números o robots, sino con personas con sentimientos, sueños, metas y anhelos. Por ello, la práctica es esencial en la formación de un coach respetable.

La experiencia es algo que le da valor diferenciador a un coach, sobre todo el en ámbito laboral. El haber tenido experiencias enriquecedoras facilita el guiar a los coachees por el camino que ellos mismos se propusieron para su desarrollo.  Por otro lado, las experiencias de vida de cada individuo tienen un particular y delimitado cuadro de acción, con personas, situaciones, lugares y experiencias específicas y diferentes en cada uno, que difícilmente se replican en otra persona de la misma manera. Por ello el peligro de creer que la experiencia personal por si sola me hace un digno merecedor del rol de coach.

El elemento final que sugiero es la vocación. La vocación como tal es algo que resulta de suma importancia en el coaching, ya que se requiere respeto, liderazgo, paciencia, integridad, confidencialidad y otra serie de valores para ser un coach respetable. No es una actividad para cualquiera, como pueden imaginar. Pero la buena noticia es que con voluntad se puede aprender a ser un buen coach.

En otro artículo hablamos acerca de la gran variedad de tipos de coaching que se pueden obtener hoy en el mercado. Yo soy un poco más conservador en ese sentido. Me gusta la definición que tiene la Real Academia Española de la Lengua, en la que define a un coach como la “Persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal”. (Diccionario RAE, Actualización 2020). En ese sentido, creo también que el coaching se divide en dos grandes ramas: El personal y el laboral. El coaching personal puede ayudarnos en temas familiares, alimenticios, espirituales y de muchos otros tipos. Lo mismo sucede con el coaching laboral, que puede apoyarnos en temas gerenciales, organizacionales, en el alcance de metas y el alcance de resultados excepcionales. Posteriormente hablaremos de cómo el coaching puede ayudarnos en estos dos ámbitos de nuestra vida.

El coach es ese alguien que puede ayudarte a descubrir tus objetivos y alinear tus acciones con ellos, ayudarte a descubrir tu potencial y a brindarte un enfoque distinto al que posiblemente te ha venido limitando para alcanzar alguno de tus objetivos. Puede ser, entonces, un aliado muy importante en tu desarrollo.

Finalmente les comparto una frase que siempre le digo a mis coachees: El coaching no es para la gente que está mal… ¡es para aquel que quiere mejorar!

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