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Nuestra transmutación: De oruga a Mariposa.

Por Redacción
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Por: Dra. Claudia Núñez Núñez. Viña Del Mar, Chile

Para aprender a pensar desde el interior, escuchando lo que desea transmitir nuestro Yo Superior, es preciso tomar conciencia sobre la importancia del silencio, hacer una tregua con él y establecer un compromiso de ayuda mutua en aquella instancia de reflexión. Es así entonces que el proceso de comunicación conectado con lo más profundo de la tierra, la raíz de nuestro ser nos invita a viajar por una ruta oscura, fría, inhóspita, acompañados solo de nuestros pensamientos, miedos, inseguridades, acciones que cada día llevamos a cabo de manera consciente y otras no tanto, porque somos seremos humanos. Los elementos que conforman nuestra reflexión interna nos invitan a despojarnos de nuestras creencias, múltiples capas que forman parte de nosotros, para descubrir la verdad, nuestra verdad más sombría y dolorosa que se esconde al final del pozo que sólo nosotros conocemos cuando nos adentramos en ese mundo.

Cada uno de los sentidos se encuentran de frente con lo más cruda y confusa realidad, la oscuridad en todo su esplendor, dueña del espacio y del clima que ejerce una energía lúgubre y desconocida del capullo en el que habitamos, en que el frío, la pesadumbre, el olor a humedad; refleja el inevitable final de un ciclo, el término de una etapa de nuestra existencia, que por más que tratemos de negar o impedir que suceda.

El viaje desde nuestro capullo:

Frente a esto, las interrogantes que podemos hacernos son: ¿Cuántas veces hemos sentido la necesidad de huir de nuestros propios fantasmas, miedos, inseguridades que surgen en aquellos momentos en que nos encontramos solas frente a nuestra mente y, nos hace revivir recuerdos que no deseamos seguir experimentando? ¿Cómo podemos lidiar con ellos si nos hacen sumergirnos en ese aquel lugar frío, inhóspito? Claramente el proceso en que nos enfrentamos en soledad dentro de ese lugar propio de nuestra existencia nos lleva a tomar plena conciencia de lo que somos y dónde deseamos transitar. Steve Jobs (2012) expresó antes de partir lo siguiente: “La muerte es seguramente la mejor invención de la vida. Es el agente de cambio en la vida”.

Desde esta perspectiva, la alquimia forma parte de aquel recorrido en que nos encontramos, no obstante, para comprender su significado, antes es importante definir el concepto como: aquella “transmutación maravillosa e increíble” ( RAE, 2022). Es así entonces que, el sentido que desprende esta increíble transformación nos lleva a reflexionar en la naturaleza de nuestra metamorfosis.

Dentro de la esencia del cambio que experimentamos al momento el abandono de todo aquello que estábamos viviendo y sintiendo en muchas ocasiones, nos deja un trago amargo. Es así como este proceso nos hace sentir que, nuestros latidos del corazón se aceleran, la boca se seca y la piel se enfría; el olor a humedad da una sensación de estar en el subsuelo, en el mundo en que según la rueda del Samsara, se halla la oscuridad y  el dolor. Al sacar la venda de nuestros ojos, podemos visualizar la realidad, la verdad que nos hace humanos, en ese espacio que conforma nuestro último recorrido antes de ver la luz, vale decir: “morir para nacer”; nacer desde la energía del amor, de la presencia de nuestro ser, nuestro todo. Este proceso en que la mariposa antes de serlo debe pasar por múltiples y difíciles cambios, provoca en la oruga un camino interno que transita a ciegas para su transmutación total.

Es entonces el capullo, aquel espacio de soledad, que nos permite, una introspección a través del silencio de nuestra alma, cuyas paredes nos abriga y hace tomar conciencia de lo esencial de la vida y de aquellas acciones, sentimientos y valores que pertenecen al amor del universo, al todo. Meditar es el viaje a nuestra integridad, mientras observamos los diferentes símbolos, mensajes, imágenes que se encuentran a nuestro alrededor. Tal como la oruga se convierte en mariposa dorada, brillante y luminosa, sin antes experimentar diversos cambios. Así también, nosotras nos transformamos

Transmutando desde nuestro interior:

El proceso de transmutación significa moverse de un lado a otro para un cambio, despojándonos de todo que no contribuye a nuestra evolución, para volver a lo  natural, a lo primitivo; apartando todo aquello que nos impide evolucionar, crecer y aprender; como: los miedos, la incertidumbre, la frustración e inseguridad,  entre otros.  

Desde ese espacio del silencio dentro del capullo, nosotras como orugas podremos encontrar aquellas respuestas que nuestra alma precisa para evolucionar con significado y trascendencia; promover el conocimiento de nosotras mismas. Es así que aquella mariposa se asocia al símbolo de la transmutación, de la Alquimia, naciendo desde la oscuridad, del silencio, de la culminación del antiguo existir, alcanzar su cambio físico, emocional y espiritual. Lo que uno puede llamar como “muerte “o el fin de la vida, la transformación que sucede dentro del espacio de silencio, el despojo de las capas del ser, es un importante paso al renacimiento.

En relación a lo anterior, las mariposas (nosotras) transitamos por caminos pedregosos, con obstáculos de las necesidades que el  mundo cotidiano nos ofrece. Muchas veces, es más fácil tomar la ruta conocida y más corta, en vez de tomar la dirección  que nos llevará por extensos senderos  que quizás nos pongan a prueba y nos hagan sentir vulnerables, demostrando que los pensamientos son quizás nuestros propios jueces, ¿y por qué no?, dejar atrás los antiguos patrones que hasta ahora nos hacían sentir cómodas en nuestro actuar… siendo orugas.

En consecuencia, el proceso alquímico que se manifiesta desde nuestro interior a partir de situaciones críticas, o bien de acontecimientos inesperados, nos hacen pensar en aquella oruga;  en su valentía, coraje, entrega , recalcando la importancia de confiar en nuestra intuición, en nosotras; teniendo la certeza del camino, porque a pesar de lo que experimentamos, al igual que a nosotras, las orugas no tienen cómo saber lo que viene y qué le depara el destino después de la metamorfosis; no obstante , pese a todo, siguen a su llama interna, escuchándose para llegar al final, para morir y posteriormente volver a nacer en una hermosa mariposa dorada, abriendo sus alas para abrazar el cielo azul.

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