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El amor está en el aire

Por Redacción
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Dra. Claudia Núñez. Chile

Desde pequeña escuché la importancia del amor, de ese sentimiento que llenaba todos los espacios de nuestro ser. Esta idea venía con una creencia arraigada sobre experimentar “las mariposas en el estómago”, como si fuera una especie de síntoma clave para saber cuándo descubriera el real “amor”. Lo cierto es que este sentimiento tan poderoso a lo largo de los tiempos y en todas las culturas (por más disímiles que sean) ha sido reconocido por su  importancia, ya que constituye una fuerza poderosa que posibilita transformar la vida de las personas ¿y por qué no? puede incluso cambiar al mundo.

El desafío de amar y ser amada:

A pesar que este sentimiento tiene el don de generar un cambio en las personas, muchas veces es complejo sentirlo en plenitud, debido a los miedos e inseguridades productos de experiencias pasadas. Amar y ser amada, significa abrir la puerta al alma, dejar caer las barreras que protegen el corazón y fluir por la sensación de “volar sin alas”.

Por otro lado, se requiere de valentía para abrir las puertas de nuestro sentir; sin embargo, es preciso hacerlo para vivir en plenitud, porque si no lo intentas, jamás podrás saber qué se siente. ¿A quién no le ha pasado? que, cuando se encuentra en el camino con alguien y percibe que la piel se eriza y el corazón se agita al contemplar su rostro; siente que el mundo se detiene, no existe el espacio y el tiempo en ese momento. Muchas veces el cuerpo se estremece de tan sólo imaginar el cómo sería poder compartir un instante con aquella persona, y tan sólo pensarlo, pareciera que nuestro ser se revoluciona completamente al punto que el sueño se altera al igual que nuestros hábitos cotidianos.

La experiencia de amar no pasa de moda, no tiene fecha de vencimiento, como tampoco deja de ser importante en nuestras vidas, porque amar es lo que nos hace libres, valientes y nos lleva por paisajes inimaginables; sentir que el “corazón late de amor”, nos hace humanas. En un mundo que se encuentra atravesando disputas, caos y tragedias; el poder del amor, sigue siendo una fuerza inquebrantable e inconmensurable que nos llama a ser mejores, a hacer y entregar más de nosotras mismas.

El amor como fuente sanadora:

El amor sin lugar a dudas,  es una fuente sanadora para todo ser humano, ya que al sentir su efecto, experimentamos el sentido de la pertenencia, seguridad y la alegría en nuestras vidas. El sentirnos valoradas nos impacta directamente en la forma en que nos percibimos, siendo un factor protector en nuestras vidas. Así como también, nos lleva por un viaje al cielo, porque nuestra vibración se eleva y parece que podemos percibir de mejor manera los sucesos que acontecen en nuestra vida, potenciando la capacidad de la intuición y de la visualización de nuestros deseos más profundos.

¿No les ha ocurrido cuando escuchan una canción que su letra las lleva hacia un viaje en que el escenario se nos presenta como si fuéramos “protagonistas de una escena de amor”?Myriam Hernández (1998) en una de sus letras expresa que “… la fuerza del amor es todo, la fuerza del amor es grande, porque la fuerza que nos da unirnos, hace que todo sea más importante, porque la fuerza del amor da vida, porque la fuerza del amor es ilusión, la fuerza del amor; somos tu y yo”. Desde tiempos inmemoriales, el amor ha sido un tema recurrente en la literatura, la música, el arte y la cultura popular; descubriéndose como un sentimiento mágico que se  impregna en el aire que respiramos, tocando los corazones de personas de todas las edades, culturas y creencias.

En base a lo anterior, cuando amamos, es posible experimentar la manifestación de la empatía, materializando a través de ella el amor en sincronía. Ponerse en el lugar del otro, nos permite sentir, experimentar y crear diferentes conexiones, mucho más profundas.

El poder del amor propio:

Antes de amar a los demás, debemos aprender a amarnos nosotras mismas, aceptarnos, cuidarnos desde la autovaloración. El amor propio nos ayuda a formar las bases sólidas para construir una relación saludable y de  respeto, en un terreno fértil para nuestra sanación y bienestar emocional. Desde esa perspectiva, relacionarnos desde una mirada nutritiva, nos permite transitar por un espacio seguro y de confianza, con la finalidad de compartir nuestras emociones con el otro y los demás estableciendo límites saludables.

El amor es la fuente inagotable de emociones que nos ayudan a florecer nuestro interior:

En el mes del amor, la energía tiende a centrarse en el sentimiento que se genera en una pareja, sin embargo, debemos comprender que el amor, no necesariamente guarda relación con un sólo ámbito, puesto que “amar es una acción e idioma universal “y, por lo tanto, puede trascender toda barrera. Amar  implica experimentar un romance que nace de nuestro interior y que va germinando como una flor en primavera, expandiendo nuestro ser en plenitud mientras percibimos el mundo que nos rodea. Podemos disfrutar de esa mágica y amorosa experiencia desde una relación de pareja como también con nuestros hijos, familia, amigos, animales, etc.  

Para finalizar, es importante recordar la importancia que tiene el amor en nuestras vidas. Es un sentimiento poderoso, que trae consigo una energía sanadora, dulce y nutritiva. Cultivar nuestras acciones desde este sentido, permite conectarnos y transformar nuestros espacios de vida: mirar con otro prisma las situaciones que experimentamos.

Desde los momentos más simples hasta los más extraordinarios,  amar en todas sus formas nos lleva a iluminar nuestro interior, llenando de magia lo que somos… porque, como dicen, el amor está verdaderamente en el aire, esperando ser respirado y compartido por todas nosotras.

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