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Rompe esquemas y sé tú misma

Por Redacción
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Cambiar esquemas significa renunciar a un patrón de comportamiento que cómodamente nos resulta conocido.

Un prejuicio es una creencia no razonada deconstruida a partir del interés que voluntariamente una persona tenga por evolucionar.

Al hablar de la deconstrucción quiero decir que para construir un nuevo sistema de creen­cias necesitamos derrumbar el anterior, lo cual es más difícil cuando operamos de una misma forma desde que construimos mentalmente asociaciones basadas en una lógica precaria.

Las ideas pueden modificarse con argu­mentos, pero las creencias parecen no tener capacidad de ser discutidas, por lo tanto, es imposible cambiar cuando dejamos de cuestionar lo que sostiene nuestros valores funda­mentales de sobrevivencia.

Una forma de evaluar qué tan prejuicio­sas somos es simplemente observando aque­llas cosas, hechos o personas que rechazamos, seguido de la pregunta: ¿por qué no me gusta? Si encontramos una respuesta que contenga una explicación proveniente del conocimiento y la propia experiencia, entonces no hay nece­sidad de justificar nuestra predisposición hacia dicha circunstancia; pero si la razón carece de sentido, entonces podríamos replantearnos la misma pregunta a profundidad hasta llegar a una conclusión renovada que nos haga pensar que tal vez no es tan malo aquello que original­mente repudiábamos.

Romper esquemas nos expone al peli­gro, porque significa renunciar a un patrón de comportamiento que cómodamente nos resulta conocido, y el ajuste de una simple pieza implica desquebrajar la coraza protec­tora de nuestras inseguridades.

El miedo a que nuestra actualidad empeore al recorrer la ruta del riesgo, es tan grande que preferimos conservar lo que si no nos per­mite progresar al menos nos mantiene de pie. La diferencia de pensar en opciones en lugar de tener una buena idea sustentada por una inmutable creencia, es la infinidad de posi­bilidades que se abren y nos permiten mejo­rar la vida.

Alguien me dijo que los que permanecen no son los más fuertes sino los que me mejor se adaptan. Un líder sabe que si no se rein­venta sus seguidores dejarán de admirarlo, porque no habrá tendencias nuevas por des­cubrir que él mismo se haya atrevido a propo­ner en carne propia.

Cuando construyes un paradigma estás acotando una posibilidad que por sí misma es  única, pero encadenada a otras puede ser infi­nita. Quienes conservadoramente defienden sus ideales se estancan en el tiempo, siempre habrá nuevas generaciones que propongan lo que la conciencia colectiva transpira y luego se convierta en una nueva tendencia que puede convertirse en algo clásico o una moda pasa­jera. En esta clase de revoluciones siempre están los autores y los que aceptan la realidad impuesta, sin filtrar la información recibida. Hay otros que rechazan todo tipo de cambios o se revelan en contra de las mayorías, ya sea para innovar o simplemente para molestar a la sociedad.
Lo importante es no ser pasivas ante los cambios que exige nuestra época, y desarro­llar nuestra apertura hacia la discusión cons­tructiva de nuestras preferencias, defender nuestra visión con sabiduría e inteligencia; así como respetar la diversidad de opinión para ampliar nuestro criterio.

Escrito por:  Por Claudia Cervantes

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