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Violencia estética y concepción de feminidad

Por Redacción
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Por: Adriana Casasola, Antropóloga – Twitter: @Adri_Casasola – Mail: adrisasola@gmail.com

La violencia estética hacia las mujeres es una forma de control social que ha estado presente en la cultura occidental desde hace siglos, pretendiendo establecer una imagen aceptada de feminidad. Esta forma de violencia se manifiesta a través de la imposición de estándares de belleza irreales, que generan una presión constante en las mujeres para que se ajusten a ellos y está directamente vinculada al desarrollo histórico y cultural de los roles de género. Estos estándares no solo son inalcanzables para la gran mayoría de las mujeres, sino que además pueden tener efectos muy negativos en su salud física y mental. Un buen ejemplo son los pies vendados en China, proceso que deformaba los pies de las mujeres y les causaba dolor y discapacidad permanente, y se mantuvo como una práctica común hasta el siglo XX.

La creación de un ideal de belleza que no corresponde a la diversidad real de los cuerpos de las mujeres cae incluso en el absurdo y debe alarmarnos. Este ideal se promueve en muchos espacios, y se refuerza a través de imágenes y mensajes que sugieren que solo las mujeres que se ajustan al estándar son consideradas bellas y exitosas, y por ende, su valor se reduce a su apariencia física. Esto lleva a que muchas mujeres se sientan inseguras con su cuerpo y su apariencia, y desarrollen trastornos alimentarios, depresión, ansiedad y baja autoestima, dándoles poco espacio para desarrollar otros aspectos de su personalidad y habilidades, sintiendo presión para invertir grandes cantidades de tiempo y dinero en su apariencia, en detrimento de otros aspectos de sus vidas. Por lo cual se comprende que la violencia estética tiene también fines lucrativos para industrias como la cirugía plástica o bariátrica, entre otras.

Es importante destacar que la violencia estética no solo afecta a las mujeres cisgénero, sino que también tiene un impacto en las mujeres trans, que enfrentan una presión adicional para cumplir con los estándares de belleza que son inalcanzables para la mayoría de las personas, reforzando aún más la brecha de género, luchando no solo por obtener el aval de “femenina” sino el reconocimiento como mujer, sufriendo estadísticamente índices de violencia y rechazo mayores que las mujeres cisgénero. La violencia estética hacia las mujeres es una problemática social que debe ser abordada de manera urgente. Es necesario promover una cultura que valore la diversidad de los cuerpos de las mujeres, y que reconozca que la belleza viene en todas las formas y tamaños. Debemos fomentar la autoestima y la confianza en las mujeres, y darles espacio para desarrollar sus habilidades y talentos en lugar de limitarlas a su apariencia física. Solo de esta manera podemos construir una sociedad más justa.

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