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Por Redacción
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Los vientos, los barriletes y el momento de nuestros antepasados.

Esta época amigos, que nos lleva al sentido de finales de año, con unos vientos que refrescan hasta la forma de pensar, nos permite también recordar que hay muchas cosas presentes de la vida de los que ya partieron y ahora son parte de nuestros antepasados.

Amigos de Mujer de Negocios, gracias por estar también, muy presentes con nosotros.  Nuestros lectores y audiencias en las diferentes plataformas que tenemos para ustedes,  tratar de estos temas muy humanos con ustedes, es una condición  certera para compartir con todos ustedes, asuntos que a todos nos competen y ser parte de nuestra gente, nos compromete a estar de lleno, esforzándonos por un mundo mejor.  Muchas gracias por su predilección.

Así es amigos, es una época muy bizarra, que nos obliga a la reflexión misma y pensar que hasta el más fuerte, el más divertido, el más comprensivo y el más amoroso, ha tenido que partir y dejarnos en nuestra conciencia que nuestra creación, no es solamente única, sino muy particular, en lo individual y que nuestro tiempo también es finito y los que ya partieron, ya no estarán, ni tampoco nos podrán compartir su existencia eterna.

El mundo ya aclimatado al devenir de los tiempos, concluyo el primer mes del último trimestre del año, con una fiesta pagana de la muerte y el horror, dónde todos se permiten ser otro tipo de persona y se divierte en la vida, por la muerte, sabiendo que la vida para todo ser viviente, está contada y en cada momento, nos acercamos al final de nuestras vidas, nuestro tiempo y nuestra época y ese será nuestro futuro.  Luego iniciamos el segundo mes del cuarto trimestre del año, celebrando el Día de Todos los Santos, con un Platillo especial El Fiambre,  plato costumbrista y familiar y al segundo día, caemos con la celebración del Día de los Santos Difuntos o Día de los muertos, que nos pone en el constante pensar acerca de nuestra propia vida.

El mes de noviembre, apreciados amigos, nos obliga a levantar la mirada y darnos cuenta del cielo despejado y azulado,  con ese sol que nos asolea cómodamente y disfrutar de las tardes y sus celajes, sin olvidar esas lunas brillantes y aumentadas que nos cuentan de lo que será al día siguiente.

Pero ese viento helado, nos pone siempre en la zozobra de nuestro futuro.  El  cielo va cobrando colores hechizos, que los arrastra la fuerza de los vientos y van llenando el gran vacío que  nos ha dejado el tiempo y nuestros más queridos recuerdos, por la gente que ya no está con nosotros.  Es como querer tocar el cielo con nuestros propios dedos, para comprender que sin poder volar, queremos decir que extrañamos ese pasado hermoso, que estamos viviendo nuestro presente, con dolor, con añoranza, pero siempre con esa felicidad que nos dejaron nuestros seres queridos y que entre todos la vivimos y hoy son nuestros más adorables recuerdos, que en algún momento, algún barrilete se elevará también celebrando nuestra propia existencia.   Salud por ustedes apreciados amigos.

 

 

 

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