Sin niñas empoderadas NO HAY SOSTENIBILIDAD

Cómo el embarazo adolescente frena el desarrollo de Guatemala y qué están haciendo empresas y comunidades para cambiarlo.

Por: Marolen Martínez

María tiene 14 años y dos vidas sobre sus hombros.  Una es la suya, que dejo de pertenecerle día que descubrió que estaba embarazada tras ser abusada por un familiar.  La otra es la de Angelita, su hija de tres meses, que duerme sobre su pecho mientras ella intenta aprender a leer y emprender en un aula improvisada en Villa Canales, ciudad Guatemala.

Sus manos, que deberían estar sosteniendo cuadernos y lápices de colores, cargan pañales y pachas.  Su mente, que debería estar preocupada por el examen de matemáticas, calcula cuánto le alcanzará para los pañales de la semana; su cuerpo que debería estar bien nutrido debe nutrir a otro pequeño cuerpo.   Su futuro, que debería estar lleno de posibilidades, se redujo a una certeza:  sobrevivir.

La historia de María no es única.  Es la historia de 1,439 niñas entre 10 y 14 años que se convirtieron en madres entre enero y agosto del 2025.  Es la historia que se repite en 56,568 hogares cada año, según cifras del Observatorio en Salud Reproductiva (OSAR).  Es la historia que Guatemala escribe con tinta invisible en cuerpos de niñas que dejan de serlo antes de tiempo.  Es la pandemia silenciosa de la que no se quiere hablar.

De enero a agosto del 2025, la cifra va por 37,565 registros de nacimientos; siendo la ciudad de Guatemala con el mayor número 6,636.

Pero detrás de cada cifra hay algo más que estadísticas: hay un país, una comunidad que pierde futuro, una economía que hipoteca su desarrollo y un país que renuncia, niña por niña, a su posibilidad de progreso.

Un círculo vicioso de nunca acabar y el cual impide que los índices de desarrollo en el país mejoren año con año, mientras esas estadísticas no disminuyan la sostenibilidad es irreal en Guatemala.

El país que convierte niñas en madres

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS)  Guatemala se lleva el título que nadie quiere:  la tasa más alta de embarazo en adolescentes en Centroamérica.  Con 77 nacimientos por cada mil mujeres de 15 a 19 años, superando a Honduras (72), Nicaragua (65), El Salvador (61) y triplica la tasa de Costa Rica (26), según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

Sin embargo, los números apenas son la punta del iceberg de una crisis que se extiende por todo el territorio nacional como una red invisible. 

El departamento de Guatemala cerró la estadística anual del 2024 con 7,129 casos y peor aún que la cosmopolita ciudad de Guatemala encabeza la estadística con 4,090 casos durante el 2024; es decir 11 niñas por día; y ahora en el 2025, de enero a agosto ya vamos por 6,636 y de esto 4,279 solo en la ciudad; es decir, se rebasó el dato del año 2024 y aún no termina el 2025. 

Ante estos números no podemos hablar solo de embarazo adolescente.  Debemos hablar de principios y valores, de educación, de formación, de empoderamiento, de pobreza estructural no solo material sino peor aún, mental y actitudinal; además, de  violencia sexual.

Ante este escenario, Guatemala, enfrenta grandes desafíos ante la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible especialmente en los siguientes indicadores:

  • Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas sus formas
  • Objetivo 2: Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición
  • Objetivo 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades
  • Objetivo 5: Lograr la igualdad de genero y empoderar a todas las mujeres y las niñas
  • Objetivo 8: Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.
  • Objetivo 17: Fortalecer los medios de implementación y revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.

Detrás de cada embarazo adolescentes hay una historia de abandono educativo y futuro truncado; irresponsabilidad y violencia.  María dejó la escuela en primero básico cuando su embarazo se hizo evidente.  “Los vecinos empezaron a hablar, mi abuela decía que yo daba vergüenza”, recuerda con la mirada fija en el suelo de tierra de su casa.  “El director de la escuela me dijo que era mejor que no volviera, que las otras niñas no debía ver eso”.

Debemos mencionar que su historia se repite en muchos de las estudiantes que abandonan el sistema educativo cada año por embarazo o matrimonio forzado, según el ministerio de educación el 70% de estas adolescentes nunca regresa a las aulas.

El precio del futuro perdido

Cuando una niña se embaraza en Guatemala, no solo pierde su infancia.  El país entero pierde.

Sin duda alguna el embarazo adolescente es una bomba de tiempo para el desarrollo sostenible.  Según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI).  Se debe tener en cuenta que cada niña que abandona la escuela por un embarazo representa una pérdida económica.

En el ámbito económico, las evidencias demuestran que una adolescente madre no tendrá las mismas oportunidades a lo largo de la vida para la inserción en el mercado laboral y por ende para una independencia económica. Esto aumenta las probabilidades de dependencia e inactividad en términos laborales y la ubica principalmente en el rol de cuidadora dentro de los hogares de forma involuntaria, con mayor probabilidad de ubicarse dentro del trabajo informal y con escaso o nulo acceso a la seguridad social.

La maternidad temprana impacta sobre los ingresos laborales. Los ingresos anuales de las mujeres que han tenido hijos siendo adolescentes resultan un 29.2% menores a los de quienes fueron madres en edad adulta. De esta forma, el ingreso laboral anual promedio de quienes fueron madres en la edad adulta es de Q 29,215 (USD 3,776.0), mientras que para quienes tuvieron hijos en la adolescencia es de Q 22,608 (USD 2,922.1) Fuente UNFPA.

Las cifras son contundentes: las madres adolescentes en Guatemala tienen menos probabilidades de mejorar sus ingresos que las mujeres que postergan la maternidad hasta después de los 20 años.  Tienen el doble de probabilidad de vivir en pobreza extrema.  Sus hijos tienen mayores tasas de desnutrición crónica (58% vs. 42%) y menor probabilidad de completar la educación primara.

Sin duda alguna es un círculo vicioso que se alimenta a sí mismo:  la pobreza genera embarazos adolescentes, y el embarazo adolescente perpetua la pobreza.

El impacto trasciende lo económico.  Reafirmando que el embarazo adolescente compromete directamente el cumplimiento de al menos seis Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Sencillamente es imposible hablar de desarrollo sostenible si seguimos convirtiendo a niñas en madres; cada embarazo es un freno al desarrollo nacional.

Cuando las empresas participan y se compromete con el cambio

En medio de este panorama desolador, están emergiendo historias de resistencia y transformación, desde la prevención.  Las alianzas del sector privado en proyectos disruptivos y educativos pueden transformar la actual realidad y en cinco años lograr que las estadísticas disminuyan.

Prevención: Niñas empoderadas = Sostenibilidad REAL

Hay una verdad incómoda que pocas veces se menciona cuando se habla de embarazo adolescentes: muchas niñas no dicen “no” porque nunca aprendieron que tenían derecho a hacerlo; o entran en rutinas maliciosas por falta de enfoque, sueños y la base de principios y valores.  Falta de autoestima y empoderamiento personal, porque sencillamente no lo encuentran en casa.

El embarazo adolescente no ocurre en el vacío. Ocurre en niñas que crecieron creyendo que su valor depende de complacer a otros, que su cuerpo no les pertenece, que sus sueños no importan.  Una niña con autoestima fortalecida, que se conoce y confía en sí misma tiene muchas más herramientas para trazar su futuro y protegerse. Explica Patricia Pol, psicóloga clínica.

Fortaleciendo la armadura interior

Es aquí donde programas como “Juntas Invencibles para adolescentes” están marcando una diferencia profunda.  Esta iniciativa, impulsada en alianza con organizaciones privadas, trabaja algo que durante décadas ha sido ignorado en las estrategias para evitar la problemática; es decir, “la prevención desde el fortalecimiento de la autoestima y el empoderamiento emocional de las niñas y adolescentes”.

Enfoque preventivo vs. Correctivo o bien ciclo virtuoso vs. vicioso:

PREVENTIVO: Autoestima – Mejore decisiones – educación continua – oportunidades – liderazgo = transformación comunitaria

CORRECTIVO: Crisis – intervención – estabilización – vulnerabilidad persiste – nueva crisis.

El programa trabaja en tres dimensiones:

  • Autoconocimiento y autoestima
    • Talleres vivenciales sobre identidad, valores y fortalezas personales.
    • Trabajo con creencias limitantes heredadas culturalmente.
    • Construcción de narrativas propias: “Mi historia la escribo yo” “Les enseñamos a verse con otros ojos”, explica Patricia Quezada coordinadora del proyecto Juntas Invencibles.  “Hacemos ejercicios donde cada una identifica sus talentos, sus logros, sus cualidades.  Para muchas es la primera vez que alguien les pregunta qué quiere ser, qué les gusta, qué sueñan.  Es inspirador”. 

En nuestras entregas del pasado mes de julio una niña de 12 años en Quiché pregunto tímidamente “Yo puedo soñar, porque en mi casa dicen que no”.

  • Habilidades socioemocionales
    • Comunicación asertiva: aprender a decir “no” sin culpa, ser valientes para hablar y salir de los círculos viciosos en lo que se puedan encontrar. Gestión emocional: reconocer, nombrar y expresar emociones. Pensamiento crítico: cuestionar mensajes culturales que las limitan, mejora, además, su comprensión lectora y capacidad de análisis.
    • Toma de decisiones: practicar la autonomía en espacios seguros.
  • Proyecto de vida
    • Construcción de metas personales a corto, mediano y largo plazo. Conexión con modelos de rol. Exploración de opciones educativas y profesionales
    • Planificación de pasos concretos para alcanzar sueños.

“Cuando una niña tiene un proyecto de vida claro, cuando sabe quien quiere ser y qué quiere lograr, el embarazo deja de ser una opción para salir de la problemática familiar”, explica Quezada.

En Amatitlán una de las adolescentes participantes del taller se acercó diciendo con voz temerosa pero esperanzadora “Ahora sé que puedo ver otras cosas buenas para mi vida, porque mi entorno es muy complejo, pero hoy sé que si me lo propongo puedo lograr mis sueños” indicó, más doloroso aún, cuando mencionó que ya había intentado suicidarse y mostro sus muñecas laceradas.  Estamos rescatando estrellas, sin duda.

Resultados que hablan

El programa esta en su segundo año de ejecución llegando a establecimientos educativos del sector público; en el 2024 se logró llegar a ocho establecimientos de la ciudad y obsequiar tres mil ejemplares del libro “Juntas Invencibles para adolescentes”, es decir, sembrando esperanza en esas vidas con el apoyo de KOTEX y MujeresBAC; y en este 2025, se logró llegar a doce establecimientos, impactando de manera directa a seis mil niñas y adolescentes, impactando ciudad Guatemala, con el apoyo de KOTEX por segundo año consecutivo; y en el interior del país, Quiché, Cobán, El Progreso, Jutiapa y Amatitlán, esto con el apoyo de MICOOPE.

Además del taller inicial con la entrega del libro, se les inspira y motiva para que participen en un concurso literario, por lo que se les insta a practicar la escritura.  En ese sentido, su participación ha sido de alto impacto hasta para los educadores y autoridades educativas de sus establecimientos.

Indicadores de empoderamiento:

  • 85% de participantes muestra incremento significativo en autoestima
  • 89% reporta mayor capacidad de comunicar límites
  • 94% identifica al menos tres metas personales claras

Indicadores de desarrollo:

  • 52% incremento en promedio académico
  • 65% participando en actividades extracurriculares (deportes, arte, liderazgo)
  • 71% planea continuar estudios superiores

“Los números confirman lo que las niñas nos dicen: cuando fortaleces tu interior, todo cambia”, reflexiona Evelyn Valdez, coordinadora de comunicación del programa.  Estamos convencidas que la prevención desde el empoderamiento y sana autoestima es la vacuna más efectiva contra la terrible problemática de embarazos en adolescentes.

“Juntas invencibles ayudó a una vida más, ayudo a salir su yo interior que el mismo mundo había ocultado, con cada página que leía y ejercicio que realizaba, hizo que renaciera una nueva niña, una nueva jovencita y mujer, que ahora puede verse al espejo y decirse a sí misma lo orgullosa por lo que fue, por lo que es y por lo que será.

La lectura es una gran experiencia que les deseo a todas aquellas que viven igual como vivía yo, les deseo de todo corazón que pueda vivirla y puedan vivir esa experiencia inolvidable que nos regala el libro.” Testimonio de Glendy, estudiante de Amatitlán.

El componente empresarial

“Juntas Invencibles para adolescentes” es financiado por la convicción y aporte de empresas que han entendido que invertir en niñas es invertir en el presente y futuro de Guatemala.

“Inicialmente lo vimos como una de nuestras acciones de RSE, admite Cynthia Samayoa, gerente de Banca Mujer.  “Pero rápidamente nos dimos cuenta de que era inversión estratégica.  Estas niñas son nuestras futuras colaboradoras, futuras líderes, consumidoras, por lo que invertir en su desarrollo integral es invertir en el capital humano del país”.

La voz de las invencibles

En el último encuentro de premiación del concurso literario 2025, las participantes presentan sus “cartas al futuro”, esto dentro de su ensayo literario.

“En lo personal esta lectura me ha hecho mejorar tanto como persona y como mujer ya que ahora puedo ver la vida de otra manera, puedo darme cuenta de lo que puedo ser y puedo aportar a mi vida personal como a la de otras personas”.  Hanlly, estudiante de primero básico.

“Este libro es una herramienta muy buena, es como una guía que toda adolescente debería tener en sus manos ya que en él encontramos consejos que muchas veces no nos atrevemos a pedir a nuestros padres, nos ayuda a cuidar la autoestima y a ver de otra manera el rumbo de nuestra vida”. Allison, estudiante de Nebaj.

Hay lágrimas, abrazos, risas.  Hay niñas que por primera vez se atreven a soñar en voz alta.  Hay niñas que están aprendiendo que su valor no depende de nadie más, que el compromiso verdadero es con ellas mismas.

“Este es el trabajo más importante que existe”, dice Marlene Conchas, Directora Educativa del Programa Micoope, mientras observa a las niñas celebrar y expresar su sentir y agradecimiento por las acciones realizadas en pro de su vida.  “Porque una niña que cree en sí misma es imparable.  Rompe ciclos, transforma familias, construye comunidades.  Una niña con sana autoestima se convierte en una mujer que empodera a otras.  Y ahí es donde ocurre el verdadero desarrollo sostenible”.

Lo que se puede hacer…

  • Fomento de la educación.  Esta es fundamental para empoderar a las jóvenes, brindándoles las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas sobre su vida y salud.
  • Decisiones informadas.  Al empoderar a las niñas y adolescentes se espera que pueda tomar decisiones responsables, lo que contribuirá a la reducción de embarazos adolescentes.
  • Liderazgo para el desarrollo.  Iniciativas como Juntas Invencibles promueven el desarrollo y el crecimiento de las comunidades jóvenes, inspirándolas a enfrentar diversos desafíos.
  • Inspiración para nuevas generaciones.  Perseguir sus objetivos a través de la educación, formación y búsqueda de oportunidades propositivas y productivas.
  • Empoderamiento a través de la lectura.  Empoderar a las adolescentes brindándoles acceso aun libro que fomente su crecimiento personal y académico puede rescatar y transformar la vida de miles de jóvenes.  

El objetivo es crear un futuro lleno de oportunidades donde las adolescentes puedan prosperar en Guatemala, sabiéndose capaces de hacer realidad sus sueños siempre y cuando tracen su plan de vida y trabajen en ello.

“Con Juntas Invencibles las niñas construyen planes de vida, fortalecen autoestima y liderazgo ANTES de enfrentar presiones que las vulnerabilizan” afirma Evelyn Valdez.

El programa Juntas Invencibles para adolescentes se centra en empoderar a las adolescentes del país para que alcancen su máximo potencial, fortaleciendo en ellas la resiliencia para que puedan superar las adversidades en la que se puedan encontrar.

El futuro que podemos elegir

De vuelta a Villa Canales, María sostiene su libro.  Después de varias sesiones ha aprendido que, si ella se lo propone y se prepara, puede romper el ciclo que le ha tocado vivir.  Es un pequeño paso, pero es un paso hacia adelante.

“Quiero que Angelita estudie”, dice mientras mece a su bebé.  “Quiero que sea doctora, o maestra o licenciada, o lo que ella quiera ser.  Y quiero celebrarle bonito su fiesta cuando cumpla 15 años.  Pero, sobre todo, quiero sea niña todo el tiempo que deba serlo.  Que juegue, que ría, que sueñe.  Que no le pase lo que me pasó a mí”.

Su historia es la de Guatemala: un país que puede elegir entre seguir perpetuando el ciclo o romperlo.  La iniciativa documentada aquí prueba que el cambio es posible cuando el sector privado asume su responsabilidad y realmente desea hablar de sostenibilidad, empezando por el desarrollo interior, pues este es fundamental en el trabajo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Existe una visión de lo que debe ocurrir ante los ODS, pero hasta ahora los avances en esta visión han sido decepcionantes.  Carecemos de la capacidad interior para hacer frente a un entorno y a unos retos cada vez más complejos.  Afortunadamente, las investigaciones actuales demuestran que si se desarrollan las capacidades internas que todos necesitamos, ahora pueden desarrollarse.   Lo que falta es una comprensión profunda de las habilidades, cualidades o destrezas que debemos fomentar en las personas, especialmente en las adolescentes para entonces hacer realidad los ODS.

Cada año, más de 55,000 niñas guatemaltecas se embarazan.  Cada una representa un futuro interrumpido, un potencial desperdiciado, un desarrollo postergado.  Pero también cada una representa una oportunidad: la oportunidad de invertir en prevención, de ofrecer segundas oportunidades, de construir un país donde las niñas puedan ser niñas.

Guatemala no podrá alcanzar el desarrollo sostenible mientras siga convirtiendo a niñas en madres.   Aunque hemos acumulado mucho conocimiento sobre la crisis climática, la energía, la pobreza, la salud pública y otros males sociales comunicados en los ODS, parece que nos falta la capacidad interna para lidiar con nuestro entorno y nuestros desafíos cada vez más complejos.

Tenemos una visión de lo que debe suceder, pero los avances hacia esa visión han sido decepcionantes porque las soluciones técnicas y políticas públicas, que constituyen la mayoría de los enfoques actuales, son insuficientes por sí solas. 

En gran medida lo que ha faltado en las estrategias actuales es una visión clara de qué capacidades, cualidades o habilidades necesitamos desarrollar en los individuos, grupos y organizaciones que desempeñan papeles trascendentales o cruciales en el trabajo por cumplir los ODS.   Pero las experiencias mencionadas aquí demuestran que cuando nos comprometemos con soluciones integrales, desde el ser, el pensar, relacionarse, colaborar y el actuar se convierten en una unidad como catalizador del cambio global.  

Cabe mencionar que interior no es igual a individuo.  Es un hecho que la naturaleza del desarrollo interior es inherentemente colectiva, sistémica, multidimensional, no lineal, compleja, emergente y desordenada.  Es por ello por lo que, al invertir en las personas más vulnerables, es cuando entendemos que el desarrollo es colectivo o no es nada, el cambio no solo es posible: es inevitable.

Sin el desarrollo transformacional de habilidades a gran escala, las soluciones externas a nuestros desafíos como país pueden ser limitadas, demasiado lentas o de corta duración.

La pregunta ya no es si podemos reducir el embarazo adolescente.  La pregunta es cuántas Marías más esperarán antes de que actuemos.  ¿Cuántas estrellas podremos hacer brillar en el firmamento guatemalteco? La respuesta depende de todos nosotros.

Porque al final, no se trata de salvar niñas en crisis, se trata de construir niñas que no necesiten ser salvadas.  Esa es la única sostenibilidad real y Guatemala no puede esperar más.

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