¡Día de la Madre!

Más allá de los regalos -Conciencia y Compromiso-

Por: Mariana Rohrmoser, gonrohr.asociados@gmail.com

El pasado 10 de mayo, nuevamente celebramos el esperado y dulce Día de la Madre. ¿Pero, para quién es tan esperado este día? ¿Para nosotras las madres, para nuestros hijos o para los comerciantes?

Es posible que para todos y por ello quisiera dedicar estas líneas, para realizar una pequeña reflexionar al respecto. Esta es una fecha que suele celebrarse con flores, regalos, promociones en tiendas y por supuesto, restaurantes a reventar. Generando un poco de consciencia al respecto, ¿es esto realmente la forma en que debemos celebrar dicho día?, ¿Responde esto, al motivo que da origen al mismo?

Nadie está diciendo que las flores, los regalos y la convivencia sean malas, pero tomarnos un momento para generar una genuina reflexión sobre esta fecha, también es importante.

Por ello, no trato de minimizar las formas tradicionales de festejar a las madres, pero también creo justo puntualizar, el no permitir que ese día, sea un objeto ligado a una efímera exaltación comercial.

Por ningún motivo pretendo hacer aburridas las fechas conmemorativas y mucho menos una tan bella e importante, como lo es esta. Solamente trato de traer a colación el verdadero sentido y sentimiento genuino que está implícito a este día.

Todos los días son y deben ser el Día de la Madre, pero como es costumbre, siempre se destina una fecha para recordar y celebrar a las personas, los momentos y los hechos.

Por ello, el mismo debe festejarse, pero éste no debe relegarse sólo a los detalles, sino también para comprender la profundidad que engloba la labor de la maternidad, destinada a la formación de nuestros hijos, quienes finalmente son y serán el componente y fruto principal de una sociedad.

En un país como este, en donde persiste la desigualdad, el egoísmo, la violencia, la corrupción, entre otros males, el papel de una madre, como figura formadora de valores y principios, se vuelve no sólo crucial, sino trascendental.

Esta es la fundamental razón por la que cobran vida los poemas, los actos de colegio, las palabras lindas y hasta los regalos. Ese es el verdadero sustento que debe prevalecer y cobrar vida en eso que festejamos.

Las madres, muchas veces en contextos adversos, somos ejemplo diario de verdadera lucha, resiliencia y entrega. Ellas, nosotras, desde nuestros hogares, nuestros trabajos, con nuestras acciones e incluso desde el vientre, tenemos el poder de sembrar en nuestros hijos, ese cúmulo de principios que englobarán valores como el amor, el respeto, la empatía, la responsabilidad y hasta la justicia.

Hoy más que nunca, países como el nuestro, necesitan ciudadanos conscientes, comprometidos y solidarios y aunque pareciera inocuo y poco relevante, esa relación y labor que se realiza desde la maternidad es donde comienza la construcción de una sociedad sana y con valores.

En pocas palabras, ese trabajo que comienza desde el vientre, desde la casa y desde nuestro amor, tiene enorme incidencia en la formación de una sociedad productiva y responsable que permitirá la transformación de un país hacia el bien.

Lo sólido no vendrá únicamente desde las instituciones educativas y demás, sino desde los hogares donde se cultivan esos valores que después se reflejarán en las aulas, en los barrios, en los espacios públicos, en la población, en la política y en toda una nación en general.

En conclusión y aunque todos parecieran saberlo, recordar una vez más la importancia de lo que verdaderamente se está festejando, es valorar y atesorar lo que tenemos y proponernos en dejar todo esto como un legado para que el ejercicio responsable de la maternidad siga siendo un referente de principios básicos para la consolidación de sociedades buenas, sanas y productivas.

Reitero que no menosprecio esos preciosos y loables detalles, pero también enfatizo que no basta con llevar o recibir un ramo de flores una vez al año y considerar que nuestra labor como madres e hijos, está totalmente cumplida.

La verdadera gratitud y conciencia hacia la maternidad, se expresa en la responsabilidad con la que enfrentamos la vida, las acciones de nuestros hijos y los principios sólidos que les inculquemos, para que todo esto tenga sentido y se convierta en las bases y valores que pronto se reflejarán en sus actos y en por ende en toda la sociedad.

Reconocer el esfuerzo y la entrega de una madre, implica también comprometerse con el legado que con ello se siembra y es ahí donde se construye esa invaluable cadena que no sólo debe permanecer presente en estos días de festejos, sino en todos y cada uno de ellos en que nuestras acciones cobran sentido y forman los cimientos de cada familia y el de cada sociedad.

El Día de la Madre, ese que con tanto anhelo esperamos, no debe quedar atrapado en el consumismo ni en el olvido a su real esencia.

Démonos la valiosa oportunidad y preguntarnos: ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo a través de nuestra maternidad?, ¿Como madres e hijos, estamos contribuyendo activamente a formar una ciudadanía, ética, fundamentada en valores, solidaria y comprometida con el desarrollo y bien común?

Honrar a las madres, también es honrar sus enseñanzas, sus luchas, sus sacrificios y todo lo que hacemos y han hecho por nosotros, para forjar ese futuro y fundar un país con valores que hoy más que nunca deben privar en el seno del mismo.

En estas fechas y siempre agradezco a mi madre por haberme dado la vida y formado con valores firmes y sólidos, consolidando en mí, la entereza y fortaleza para enfrentar los retos y desafíos que la vida nos trae. Su ejemplo y compromiso en su labor como madre, han sido los pilares para que hoy, continúe su legado con esa fuerza y templanza que formaron mi carácter y así seguir cumpliendo con la labor de madre que hoy desempeño, para contribuir sucesivamente en la construcción de esta sociedad.

Gracias a mi madre, gracias a mi mamita -como yo le suelo llamar- por su entrega, sus enseñanzas y acciones para permitir que hoy sea la persona que soy y continúe con ese legado en el desempeño del rol, que hoy me toca desempeñar como madre, asumiendo esa responsabilidad para seguir la cadena de formación de personas de bien y productivas para un país.

Dejo una felicitación a todas esas madres fuertes, cariñosas, y luchadoras que conozco y quienes nos recuerdan el verdadero sentido y la razón de esa fecha, que lejos de ser sólo una celebración superficial, debe convertirse en un llamado a la responsabilidad compartida para hacer de nuestros hogares, la raíz que da vida a la transformación social que todo país necesita.

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