Cuando el amor reclama espacio en el mundo de los negocios
Una reflexión sobre la compasión, la integridad y el poder de cerrar ciclos con paz
Por Marolen Martínez
En esta época del año, cuando el calendario nos obliga a hacer balance, nos encontramos nuevamente con la paradoja que se repite año tras año: las redes sociales se desbordan de mensajes sobre amor, paz, esperanza y bondad. Pero sabemos la verdad. Sabemos que, para el segundo o tercer día de enero, la mayoría de esos mensajes se habrán evaporado, reemplazados por la dureza implacable de una sociedad que olvida lo que acaba de prometer.
Como mujeres en negocios, conocemos esta realidad de manera íntima. Vivimos en una sociedad que es, cada día, más dura, más frívola, más indiferente. Somos señaladas, criticadas, juzgadas. Nuestros errores se amplifican y circulan. Pero nuestras acciones generosas, ese trabajo silencioso sin buscar reconocimiento, esos actos de bondad que realizamos desde la integralidad del corazón, parecen no contar.
Sin embargo, hay algo que he descubierto después de años trabajando con miles de personas, de construir proyectos que transforman vidas, de escribir palabras que llegan a corazones que necesitaban ser tocados: lo que realmente importa, al final del día, no es lo que el mundo aplaude. Es lo que podemos garantizar a nosotras mismas cuando miramos el espejo.
La verdadera riqueza de cerrar un año no está en los números
Cierro 2025 con gratitud infinita. Pero la gratitud no es hacia las métricas de éxito o los reconocimientos externos. Es hacia Dios, hacia la vida, hacia el universo que me permitió llegar al corazón, mente y manos de miles de almas. Cada una de esas personas que en algún momento necesitó una chispa de amor y la encontró en mis palabras, en un abrazo, en mis líneas.
Eso es con lo que cierro el año celebrando: no mis éxitos, sino el privilegio de haber sido útil. No mis ganancias, sino el impacto que hemos generado juntas.
Porque aquí está la parte que nadie te dice en las escuelas de negocios: cuando actúas desde la compasión genuina, cuando tomas decisiones desde la integridad y no desde el cálculo, algo mágico ocurre. La gente lo siente. Los clientes lo perciben. Tu equipo lo respira. Y lo más importante: tú lo sabes.
El acto revolucionario de cerrar en paz conmigo misma
Estos meses han sido complejos. Desafiantes. He cometido errores, muchos errores. He tropezado, he dudado, he cuestionado mis propias decisiones. Pero sé algo que es más fuerte que cualquier error: sé quién soy en el fondo. Conozco la sencillez del amor que habita en mí. Reconozco la generosidad que me mueve. Veo la compasión desde la que actúo.
Eso es lo que premió en mí este año: no mis logros perfectos, sino mi capacidad de permanecer integral incluso en las caídas. De mantener abierto el corazón incluso cuando el mundo me invita a cerrarlo.
Para las mujeres en los negocios, esto es revolucionario. En un mundo que nos exige ser duras, competitivas, estratégicas, el acto de cerrar un ciclo en paz conmigo misma es un acto de resistencia. Es decirle al sistema: “Mi valor no se mide por lo que acumulé, sino por quien fui en el proceso”.
Tu lámpara mágica espera ser frotada
Hay dentro de ti una divinidad, una magia, una santidad (llámalo como necesites). Esa fuerza que te permite crear, que te impulsa a servir, que te hace diferente. La mayoría de nosotras ni siquiera la hemos encontrado aún. Muchas la han encontrado, pero la mantienen dormida, esperando un momento que nunca llega porque nunca hay un “momento correcto”.
En los días que quedan de 2025, te invito a esto: encuentra ese tiempo. Aunque sea 15 minutos. Aunque sea en la soledad del auto antes de entrar a una reunión. Frota esa lámpara mágica que está en tu alma. Deja que emerja ese genio que ha estado dormido bajo capas de obligaciones, expectativas ajenas, y la presión de ser “lo suficientemente buena” en un sistema que nunca está satisfecho.
Porque 2026 necesita tu poder. No el poder de lo que otros esperan que seas. El poder que está en tus manos. Tu verdadero poder: ese que nace de la integridad, que fluye desde la compasión, que se sustenta en la verdad de quién eres; y, eres perfecta.
Es importante recordar las palabras divinas que nos invitaron a ser perfectos, y ser perfecto no es lo que la sociedad nos ha vendido, el no cometer errores; ser perfecto es “por defecto, a travesar el defecto”.
Un año de magia y propósito
Que 2026 sea para ti un año colmado de magia. Pero no la magia que espera cosas externas: promociones, dinero, reconocimiento (aunque esos también pueden venir). La magia que sucede cuando finalmente alineas tus acciones con tus valores. Cuando descubres que el poder que has estado buscando afuera estaba dentro todo el tiempo.
Te deseo que marques la diferencia en esta humanidad imperfecta. No a pesar de tu imperfección, sino gracias a ella. Porque son nuestras cicatrices, nuestras caídas, nuestra humanidad vulnerable, lo que nos permite llegar a otros con verdadera compasión.
Querida lectora, amiga, mujer de negocios, la mejor despedida es una bienvenida. Bienvenida a quien ha entendido que lo que Cristo hizo es invitarnos a que seamos, voy a usar sus palabras: “Sean perfectos como yo” la palabra perfecto como Él, no quiere decir lo que hoy creemos. Es decir, alguien que no se equivoca; perfecto quiere decir: por el defecto, a través del defecto, atravesar el defecto no sin mal, atravesarlo. Cristo dijo claramente, “Así como yo soy uno con la divinidad. Te invito a que lo seas”. y Él lo dijo explícitamente, esa invitación no caduca con el tiempo porque el tiempo es Cronos y Cristo se movía en Kairós y Kairós, dio lugar a Aión y en ese Aión todos estamos presentes si decidimos estarlo. Abrazos, Marolen. Solas invisibles, pero juntas invencibles.

