De las Mariposas a la Pantalla

La metamorfosis de la violencia contra la mujer

Por: Lourdes Reyes – Instagram: @Lourdes_.11 – Editorial: youngfortransparency@gmail.com

El 25 de noviembre no es una fecha que debería pasar desapercibida en el calendario de la lucha por los derechos humanos; es un recordatorio de la resistencia y, lamentablemente, de la violencia que se transforma, pero que no desaparece. 

Detrás de esta conmemoración hay una desgarradora historia, el asesinato de tres hermanas en 1960: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, quienes eran conocidas por ser activistas políticas en República Dominicana y eran clandestinamente llamadas “Las mariposas”. Ellas fueron perseguidas por oponerse y desafiar la dictadura del entonces Jefe de Estado, Rafael Leónidas Trujillo Molina, y en el caso concreto de Minerva, por rechazar insinuaciones inapropiadas; este acto hirió el orgullo del tirano, quien lo consideró razón suficiente para crear un ambiente hostil para las tres hermanas, teniendo un desafortunado desenlace.

Sin embargo, la violencia que intentó silenciarlas terminó convirtiéndolas en un símbolo universal de resistencia y lucha que ha trascendido por décadas. Hoy, honrando esa memoria, reconociendo que su lucha sigue en pie, y bajo el lema “No Hay Excusas” el Sistema de Naciones Unidas en Guatemala honra esa memoria con la campaña “Únete”, dando inicio a 16 días de activismo para erradicar la violencia contra la mujer, desde el 25 de noviembre hasta el 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos.

La respuesta del Estado ante esta problemática se puede reflejar en distintos Ministerios e instituciones; sin embargo, mientras se fortalecen las instituciones físicas, existe un territorio donde las mujeres siguen desprotegidas: el entorno digital. La violencia se ha transformado, ya no se limita a espacios físicos, y se propaga por las redes digitales. Contrario a la creencia de que “el internet es un espacio neutral”, la evidencia académica y las estadísticas demuestran que el espacio digital representa un reto más: un nuevo campo de batalla con un evidente sesgo de género.

Un estudio reciente presentado el 3 de diciembre de 2024 por la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala, confirma esta brecha. Las mujeres están considerablemente más expuestas a la violencia digital: un 12.67% ha denunciado ciberagresiones, frente al 7.33% de los hombres. Entre las acciones más habituales empleadas por los perpetradores de violencia digital, se encuentran las amenazas, la suplantación de identidad y la difusión de contenido íntimo sin consentimiento. Al buscar responsables, la estadística se invierte drásticamente; la probabilidad de ser un ciberagresor es tres veces mayor en hombres (2.67%) que en mujeres (0.89%). Esto confirma que en la red, los patrones machistas se repiten y se amplifican.

La «Manósfera» y la falta de protección jurídica

Este lamentable fenómeno es únicamente el reflejo de una crisis mundial. De acuerdo con datos de ONU Mujeres, entre el 16% y el 58% de las mujeres en el mundo han sufrido algún tipo de violencia en línea.

Aunque la tecnología ha traído diversas soluciones, también ha dado paso a amenazas sin precedentes, que han afectado brutalmente a las mujeres. Se estima que hasta el 95% de los deepfakes (manipulación sofisticada de audios, imágenes y videos utilizando inteligencia artificial generativa) que circulan en la red de contenido sexual, son casi exclusivamente sobre mujeres.

Este fenómeno se promueve a través de la “manósfera”, redes de comunidades digitales que promueven discursos de odio para oprimir a las mujeres, especialmente aquellas que buscan tener una voz en espacios públicos.

La diputada Sonia Gutiérrez, presidenta de la Comisión de la Mujer en el Congreso, ha denunciado en diversas ocasiones cómo este tipo de violencia digital tiene un efecto neutralizador en la política: «La violencia política y la violencia digital van de la mano. Muchas mujeres no participan porque no se quieren ver expuestas», afirma.

Iniciativa 6280: Una deuda legislativa

Frente a este fenómeno, la respuesta institucional ha comenzado a tomar forma. El esfuerzo de Sonia Gutiérrez y las diputadas de la Comisión de la Mujer, se alinea con el llamado de la campaña “Únete 2025” para erradicar la violencia digital.

La esperanza reside en la Iniciativa 6280, que busca aprobar la Ley Contra la Violencia Sexual Digital. Esta norma pretende llenar los vacíos legales actuales en materia de sanción, sensibilización, prevención y educación en esta materia. El camino ha sido firme: en abril de 2024 la iniciativa llegó a la comisión; en julio de 2025 obtuvo un dictamen favorable con algunas modificaciones; y para septiembre del mismo año, el pleno del Congreso ya había conocido el proyecto en su primera y segunda lectura. Aunque el camino para su aprobación final es largo, el “avance” alcanzado se percibe hoy como estancamiento, regalándoles tiempo a los agresores mientras las mujeres siguen sin soluciones contundentes.

Es precisamente ante esta injusta espera, que el ejemplo del pasado debe inspirarnos más fuerza que nunca. El legado de las hermanas Mirabal es una muestra de que la indiferencia, una vez más, no es la solución y de que la justicia no se espera sentada, se exige de pie. No tendríamos que ser nosotras quienes rueguen por protección, el Estado debería garantizarla, tal como señala la Constitución. Y aunque hoy resulte inaceptable seguir librando esta batalla, las estadísticas alarmantes muestran que aún queda mucho por hacer.

Aprobar la Iniciativa 6280 es urgente, no solo para castigar un mal comentario en Tiktok o una foto compartida de manera malintencionada, sino porque la violencia digital es muchas veces el primer paso de agresiones físicas irreversibles que se pueden evitar.

Como concluye la diputada Gutiérrez: «A muchas no las atacan por lo que hacen, sino por lo que representan: mujeres que rompen paradigmas y desafían la idea de que el poder tiene un solo rostro. Pero eso está cambiando». Que estos días de activismo, sirvan para que Guatemala entienda que la violencia no distingue los límites tecnológicos: ni en la calle ni en la pantalla existen ya excusas.

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