¡9,025 gracias!

Marolen Martínez, @marolenmartinezescritora www.marolenmartinez.com

Ayer concluí mis encuentros de este ciclo escolar llevando a las manos de las chicas mi libro «Juntas Invencibles para adolescentes». En enero de este año me propuse llegar a 10,000 chicas; sin embargo, no lo logré. Ayer cerré este año, esta cruzada con 25 estudiantes de sexto primaria, corazones, mentes y espíritus necesitados de esperanza; con ellas cerré habiendo llegado a 9,025 estrellas. Sí, para mí son estrellas cuya chispa de esperanza se activó.

En mis redes sociales recibo cantidades de mensajes de directoras y maestras que me preguntan: «¿Podría llegar a mi escuela? A mis estudiantes les hará mucho bien su libro.» Y en ocasiones me enojo conmigo misma porque no puedo llegar a tantas como quisiera. Esa frustración es real, es válida, es el peso de saber que hay más necesidad de la que mis manos pueden abarcar en un día. Pero, por otro lado, eso también me da la energía, la perseverancia y la determinación para seguir tocando las puertas de empresas e instituciones que se sumen, porque estoy convencida de que esta es una herramienta poderosa en la vida de las chicas que la han recibido.

Sé que de la noche a la mañana no bajarán las estadísticas de niñas y adolescentes embarazadas. Sé que no es magia. Pero también sé que estoy dejando en estas chicas la esperanza de que pueden trazar su plan de vida, de que se amen a pesar de los entornos y circunstancias en que se encuentren. Y confío que en 3 o 5 años veremos las bajas en las estadísticas de esta problemática, porque si no confrontamos esta realidad como país, no mejoraremos en índices globales de educación o desarrollo humano.

Recuerdo los rostros de esas chicas cuando reciben el libro. La manera en que sus ojos brillan cuando leen historias de otras adolescentes que, como ellas, enfrentaban temores, dudas, presiones. Ese momento —ese instante donde la conexión sucede— es lo que me sostiene. Es lo que me confirma que vale la pena cada puerta tocada, cada «no» recibido, cada madrugada trabajando para que esto sea posible.

No se trata solo de que las empresas inviertan miles de quetzales. A esas marcas les agradezco infinitamente que han creído y se han sumado. Pero aún más agradezco a esas mujeres, amigas, que me dicen: «Marolen, yo te apoyo con 3, 5 o 20 libros, porque es como puedo aportar, y no es necesario que digas mi nombre.» Esas acciones son invaluables. Son el corazón puro de esta cruzada. Gracias a ellas pude sumar 1,025 libros —1,025 corazones que pude abrazar en nombre de esas ejecutivas anónimas— y llegar a escuelas de 30, 50 hasta 100 estudiantes.

Creo fielmente en: «Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.» Así toqué las puertas de las marcas y agencias de relaciones públicas a quienes he tenido la oportunidad de conocer durante estos 20 años en revista Mujer de Negocios. Por ello agradezco también a las agencias de relaciones públicas, quienes han hecho las gestiones oportunas con sus clientes para que yo pueda llevar un regalo adicional a las chicas y quienes también me han apoyado diciendo: «Marolen, la apoyamos con que los medios publiquen y se hable de lo que usted está haciendo.»

En mis reuniones con gerentes que considero como posibles patrocinadores, inevitablemente me preguntan: «Marolen, ¿cuál es nuestro retorno de inversión? ¿Cómo lo vamos a medir?» Y mi respuesta es siempre la misma: «¿Cómo mide usted el amor de su hijo o el abrazo de un amigo? ¿Cómo quiere que midamos que estamos rescatando una vida? A jóvenes que han intentado suicidarse, que viven en círculos de violencia, que se lastiman a sí mismos para llamar la atención.»

Sé que no somos una beneficencia, pero si hablamos de Responsabilidad Social Empresarial, hoy llamada «Sostenibilidad», una vida no puede marcarnos un KPI de rentabilidad en la empresa. Pero esa vida, esa persona, llevará su marca en la mente, en el corazón, en su vida. No solo porque su marca está en el libro que  estará en sus manos, sino porque sabrá que esa empresa piensa más allá de sus ganancias, porque le preocupa la vida de las personas. Ese es el verdadero retorno.

Mientras más hablemos de la importancia de invertir tiempo y recursos en la juventud, podremos visionar un mejor país. Y para eso, en buen chapín, hay que «cacaraquear los huevos» (hay que hacer ruido, hay que visibilizarlo), y por eso acepto esas entrevistas, esos espacios para difundir este tema, esta problemática. Porque cuando hay voluntad de corazón, sin intereses de por medio, las cosas se hacen.

Ya lo decía Albert Einstein: «Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.» O bien Arquímedes: «Si me das una palanca y un punto de apoyo, puedo mover el mundo.» Frases que viven en mi mente, en mi corazón, y me seguirán moviendo para rescatar estrellas.

Porque sí, sigo soñando con llegar a 100,000 niñas. Y confío que el universo conspirará para que en el 2026 ya no solo llegue a las manos de las chicas con «Juntas Invencibles para adolescentes», sino también a los chicos, porque si queremos una verdadera equidad de género debemos hablar con ellos. Y lo haré llevándoles «Cuidado, hombre en construcción».

Fácil o difícil… pero con un propósito. Un propósito del amor, orgullo y compromiso que siento al haber nacido en este maravilloso país que me permite ser la persona que soy. Ojos en las estrellas y pies en la tierra, con la convicción de que miles de adolescentes necesitan con urgencia escuchar que en Guatemala sí se pueden hacer realidad los sueños, que sí hay oportunidades, y que dejen de escuchar las frases de mediocridad galopante que imperan en el país.

A ti, gracias por leerme. Porque al final, cambiar el mundo no requiere de poderes sobrenaturales, solo de corazones decididos. Cada libro entregado, cada conversación, cada apoyo —visible o anónimo— es una chispa de energía que transmite esperanza.

Si algo de estas líneas resuena contigo, te invito a que no esperes el momento perfecto. Hoy es el momento. Busca en tu entorno a esa chica, a ese chico, que necesita escuchar que sí se puede, que sus sueños importan, que Guatemala tiene un futuro diferente.

Porque juntos, con la voluntad que menciona Einstein y el punto de apoyo que soñaba Arquímedes, podemos mover montañas y escribir una historia diferente para nuestra patria.

Las estrellas están esperando. ¿Te sumas?

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