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 “Todos hermanos” – “Fratelli tutti”

Por Redacción
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Por: Marolen Martínez

Estamos por concluir un año complejo, de sentimientos y emociones encontradas; y en el pasado mes de octubre, su Santidad el Papa Francisco publicó su encíclica “Fratelli tutti” – “Todos hermanos”, documento que nos deja muchísimas reflexiones y enseñanzas para poner en práctica si verdaderamente deseamos transformar nuestra sociedad.

La importancia de la fraternidad y la amistad social son las vías indicadas por el Papa Francisco para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, con el compromiso de todos: pueblo e instituciones. Reafirmado con fuerza el no a los sentimientos y actitudes negativas.

El “Todos hermanos” debe partir justamente de esa importante relación fraternal encaminada en la comprensión, la tolerancia y el perdón… sencillamente, amor.   Sin embargo, cabe preguntarnos ¿cómo podemos amar a nuestro prójimo como a un hermano si en ocasiones ni siquiera somos capaces de perdonar a nuestros hermanos de sangre, con quien se comparte el mismo padre y madre?

Estamos por terminar el año y en mi mente ronda esa pregunta ¿por qué no somos capaces de perdonar los errores de nuestros propios hermanos? Decimos amar al prójimo, publicamos en nuestras redes post o imágenes donde se promueve el amor a Dios, el amor al prójimo, el agradecimiento a la vida, o que vamos a nuestros servicios religiosos… pero la verdad es que no tenemos la humildad de amar y perdonar de corazón a nuestro propio hermano; por ello, me pregunto ¿acaso es suficiente publicar mensajes de amor, fe y perdón? si somos incapaces de ponerlo en práctica con nuestra familia.

¿Cuáles son los grandes ideales, pero también los caminos concretos a recorrer para quienes quieren construir un mundo más justo y fraterno en sus relaciones cotidianas, en la vida familiar, en la vida social, en la política y en las instituciones? Esta es la pregunta a la que pretende responder, principalmente “Fratelli tutti”.

La Encíclica pretende promover una aspiración mundial a la fraternidad y la amistad social. A partir de una pertenencia común a la familia humana, del hecho de reconocernos como hermanos porque somos hijos de un solo Creador, todos en la misma barca y por tanto necesitados de tomar conciencia de que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos; e insisto, para ello, primero debemos ser capaces de amar, tolerar, comprender y PERDONAR a nuestro propio hermano.

El amor construye puentes: el ejemplo del buen samaritano

A muchas sombras, sin embargo, la Encíclica responde con un ejemplo luminoso, un presagio de esperanza: el del Buen Samaritano. El segundo capítulo, “Un extraño en el camino”, está dedicado a esta figura, y en él el Papa destaca que, en una sociedad enferma que da la espalda al dolor y es “analfabeta” en el cuidado de los débiles y frágiles (64-65), todos estamos llamados – al igual que el buen samaritano – a estar cerca del otro (81), superando prejuicios, intereses personales, barreras históricas o culturales. Todos, de hecho, somos corresponsables en la construcción de una sociedad que sepa incluir, integrar y levantar a los que han caído o están sufriendo (77). El amor construye puentes y estamos “hechos para el amor” (88), añade el Papa.

Les invito a leer completa esta Encíclica, que independientemente de la religión que se profese nos deja grandes enseñanzas para poner en práctica cada día de nuestra vida y así poder trabajar en lograr una mejor sociedad, partiendo de nuestro interior, nuestro hogar, nuestra familia y así compartirla con la comunidad.

El milagro de la bondad

Del capítulo sexto, “Diálogo y amistad social”, surge también el concepto de la vida como “el arte del encuentro” con todos, incluso con las periferias del mundo y con los pueblos originarios, porque “de todos se puede aprender algo, nadie es inservible” (215). El verdadero diálogo, en efecto, es el que permite respetar el punto de vista del otro, sus intereses legítimos y, sobre todo, la verdad de la dignidad humana.

El llamamiento del Papa al “milagro de una persona amable”, una actitud que debe ser recuperada porque es “una estrella en medio de la oscuridad” y “una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída” que prevalecen en los tiempos contemporáneos. Una persona amable, escribe el Papa Francisco, crea una sana convivencia y abre el camino donde la exasperación destruye los puentes (222-224).

El arte de la paz y la importancia del perdón

Reflexiona sobre el valor y la promoción de la paz, en cambio, el séptimo capítulo, “Caminos de reencuentro” en el que el Papa subraya que la paz está ligada a la verdad, la justicia y la misericordia. Lejos del deseo de venganza, es “proactiva” y tiene como objetivo formar una sociedad basada en el servicio a los demás y en la búsqueda de la reconciliación y el desarrollo mutuo.

Seamos pues sembradores de paz por todas partes, iniciando en el seno de nuestra familia si es necesario y caminemos con la convicción de ser hermanos todos, con un amor fraterno capaz de ser generoso.   Culminemos este año 2020 perdonando a quien debamos y esperando el 2021 con un corazón generoso y abierto al amor y el perdón.

Feliz, agradecido y maravilloso año nuevo.

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