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Realidad dramática

Por Redacción
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Más de 12 niñas y adolescentes son embarazadas cada hora.

Maternidad temprana y su impacto en la economía de Guatemala

Por:  Jorge Mazariegos y Marolen Martínez/ Revista Mujer de Negocios

Desde finales de la década de los 70, el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef) acuñó una frase que desnudó en ese entonces una cruda y lacerante realidad: “Ser niño en Guatemala es una condición de alto riesgo”.

Cincuenta años después, esa frase sigue teniendo vigencia, sin que nuestros gobernantes, legisladores, políticos y grupos de poder muevan un solo dedo para cambiar o aliviar esa horrible realidad.

La maternidad temprana (MT) en niñas y adolescentes es uno de los mayores desafíos sociales, políticos y económicos para Guatemala. Cuando una niña o adolescente se convierte en madre sus derechos a la salud y educación, entre otros, se ven vulnerados a corto plazo. Sin embargo, las consecuencias sociales y económicas repercuten también a mediano y largo plazo.

Ellas en su mayoría quedan atrapadas en un círculo de pobreza y exclusión, que afecta y limita las oportunidades de sus hijos. Esa situación de desigualdad repercutirá en el futuro en el desarrollo de sus comunidades y el país.

Maternidad temprana (MT), una espantosa y cruda realidad 

Según datos del Observatorio de Salud Sexual y Reproductiva OSAR, de enero a mayo de 2022, se han registrado 40 mil 140 embarazos en niñas y adolescentes. Lo que hace que 12.8 adolescentes queden embarazadas cada hora, es decir, 307.2 al día.  La ley en Guatemala tipifica como “violación sexual” los casos en los que se tiene relación sexual con niñas menores de 14 años.

El Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres CLADEM, planteaba en 2016, que la situación del embarazo y la maternidad en niñas, “debería ser considerada como una forma de tortura por ser un trato cruel, inhumano y degradante, debido a que constituye una violación de sus derechos humanos”.

Ana Lucia Ramazzini, investigadora de FLACSO, comenta que cuando se habla de la situación de embarazos en niñas y adolescentes, los números son clave para comprender la magnitud del problema. “Más allá de las cifras, es necesario enfatizar sobre el impacto que esto tiene para la vida de las niñas y adolescentes.”

“El embarazo adolescente es una problemática multidimensional, pues hay factores de riesgo como la pobreza, la falta de acceso a derechos sexuales y reproductivos antes, durante y después de los embarazos. Esto hace que las niñas y adolescentes se vean expuestas a embarazos no deseados, no planeados o forzados, lo cual impacta de manera directa a nivel biológico, psicológico y emocional,” dice Emma López, investigadora de Flacso.

“Las niñas asumen responsabilidades que no son propias de su edad, confundiendo su rol dentro del grupo social al que pertenecen, comportándose como hija-madre, cuando deberían asumir su propia identidad infantil. Los cuerpos no solo están preparados para llevar a cabo un embarazo como tampoco cuentan con las necesidades básicas cubiertas para ellas y para sus hijos, lo cual profundiza su condición de pobreza y desnutrición, agrega Emma López.

“Los índices de estrés en las adolescentes es mayor al de otras mujeres en el embarazo y crianza, ya que presentan con mayor frecuencia ideas suicidas. Según los datos preliminares de Guatemala, “hay al menos 14 adolescentes embarazadas que llegaron a suicidarse entre 2020 y 2021,” dice la investigadora de FLACSO.

Ana Lucia Ramazzini expone: “Nuestra última investigación titulada Vidas Silenciadas. Una tragedia de la que no se habla, realizada en 2019, muestra datos sobre el suicidio en niñas y adolescentes por embarazos no planeados, no deseados y forzados.  Las adolescentes embarazadas (AE) tienen un riesgo de suicido hasta tres veces mayor que las adolescentes no embarazadas.”

Según una investigación, de Planned Parenthood Global (PPGlobal) en Guatemala, señala que muchas de las menores que sufren una violación sexual y un embarazo forzoso tienen problemas emocionales. En ese estudio “se entrevistaron a 20 adolescentes embarazadas entre 12 y 14 años, de las cuales 12 (60%) señalaron tener daño psicológico, miedo e intranquilidad después del parto”.

Las investigaciones también reflejan que las niñas y adolescentes que atraviesan un embarazo suelen dejar los centros educativos, ya que no se sienten cómodas y en los casos más severos porque ya no les permiten el ingreso.

“Los embarazos en adolescentes en un gran porcentaje también terminan en uniones tempranas o forzadas que limitan su autonomía, su participación en espacios público, lo cual tiene un impacto a nivel personal y a la vez a nivel nacional, pues el potencial que las adolescentes podrían tener en áreas de desarrollo y trabajo capacitado para contribuir al bono demográfico, se ve truncado,” subraya Emma López.

“Una de las investigaciones que realizamos en 2015 titulada: Me cambió la Vida, evidenció la manera en que los embarazos impactan su desarrollo social.  Entre los hallazgos más significativos resalta que 9 de cada 10 entrevistadas, dejó de estudiar por embarazo. Nueve de cada 10 no participa en ningún espacio de organización en su comunidad principalmente porque debe cuidar a sus hijas e hijos. Además, 8 de cada 10 no trabaja fuera del hogar”, afirma Ana Lucia Ramazzini.

“Otro hallazgo relevante fue que al preguntarles dónde encontrar información sobre métodos anticonceptivos, únicamente 2 de cada 10 mencionó la escuela, mientras que 7 de cada 10, obtiene la información en los centros de salud cuando acude a éstos porque ya está embarazada,” dice la investigadora de Estudios de Género.

UNFPA: Investigación reveladora

Una investigación (abril 2020) del Fondo de Población de las Naciones Unidas UNFPA, en inglés), titulada: Consecuencias Socioeconómicas del Embarazo en la Adolescencia en Guatemala, revela que este problema social repercute en el desarrollo del país al comparar el avance de educación, la participación laboral, los ingresos y el aporte de las menores que han sido madres tempranamente con quienes lo han sido en la edad adulta.

La investigación de UNFPA aplicó la metodología llamada Milena, la cual permite cuantificar los impactos económicos sobre las siguientes dimensiones: educación, participación laboral, ingresos, salud y los ingresos fiscales no percibidos por impuestos.

Para calcular dichos impactos, Milena trabaja desde la perspectiva del Costo de Oportunidad, lo que implica calcular los costos asociados al embarazo en la adolescencia (EA) y la maternidad tardía (MT)para cada una de estas dimensiones.

Para sacar las estimaciones, UNFPA trabajó con dos grupos de mujeres. El primero compuesto por mujeres que fueron madres en la adolescencia (entre 10 19 años) y el segundo por mujeres que postergaron la maternidad en la primera década de su vida adulta (entre 20 y 29 años).

El impacto socioeconómico

Las mujeres que tuvieron hijos en la adolescencia alcanzaron un menor nivel educativo:

  • El 63.6% de las mujeres que fueron madres entre los 10 y 19 años, tienen educación primaria, el 34.3% educación secundaria y solo el 2.1% cuenta con estudios universitarios.
  • Las mujeres que fueron madres entre los 20 y 29 años, el 41.2% terminó la primaria, el 49.8% la secundaria y un 9.0% la educación universitaria. Ellas tienen un porcentaje mayor que las que fueron madres en la adolescencia.
El nivel de ingreso de las mujeres depende del nivel educativo
  • La investigación concluyó que el ingreso de las mujeres que tienen formación a nivel de posgrado es 7 veces mayor que el de quienes cuentan con educación primaria.
  • Las mujeres con educación primaria reciben como ingreso solo el 68.5% de los ingresos que perciben las mujeres con educación secundaria y un 27.0% de lo que reciben las mujeres con educación universitaria completa.
  • El abandono y el rezago educativo de las mujeres con hijos en la adolescencia, debido al embarazo en la adolescencia y la maternidad temprana (MT), representa para Guatemala un costo o pérdida anual estimada en 426,1 millones de quetzales a precios corrientes, lo que equivale a unos 55.1 millones de dólares de los Estados Unidos de Norteamérica.

Esto se debe a las brechas educativas entre las mujeres que fueron madres en la adolescencia, frente a quienes postergaron su maternidad a la primera década de edad adulta.

Costo de oportunidad laboral vinculado al embarazo en la adolescencia
  • El estudio comprueba la hipótesis de que el embarazo y la maternidad temprana afectan la participación laboral de las mujeres que tuvieron su primer hijo en la adolescencia. Esta dimensión valora su diferencial de participación respecto a aquellas que pospusieron la maternidad a una edad adulta.
  • Dados los altos porcentajes de informalidad en el país, el total de desempleo no tiene porcentajes altos. Para la medición del desempleo en Guatemala, se considera a la población de 15 años o más, que, sin estar ocupados en el período de referencia de la medición, buscaron activamente un trabajo y tenían disponibilidad inmediata.
  • En este caso, la tasa de desempleo es ligeramente más alta cuando son mujeres que tuvieron hijos tempranamente, en comparación con quienes fueron madres en edad adulta. De esta forma, las mujeres que tuvieron hijos siendo adolescentes están un 7.1% más afectadas que quienes fueron madres a una edad adulta (1.6% contra 1.4%).
  • Las mujeres que fueron madres en la adolescencia participan menos en el mercado de trabajo remunerado que quienes fueron madres en edad adulta. La tasa de inactividad laboral de las primeras es de 76.2%, mientras que la de las segundas es de 67.2%, lo que evidencia que la inactividad de las MHA es 13.4% mayor.
  • La pérdida estimada anual de ingresos por desempleo o costo de oportunidad del empleo debido al embarazo en la adolescencia y a la maternidad temprana equivale a 4.7 millones de quetzales corrientes, es decir, 0.6 millones de dólares.
  • Este monto representa la pérdida estimada de ingresos en mujeres desempleadas como consecuencia de la maternidad temprana. Para calcularlo se considera el diferencial de desempleo entre las mujeres que fueron madres en la adolescencia y quienes lo fueron en edad adulta. Se toma como referencia el ingreso laboral promedio anual calculado a partir de los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi, 2014) adaptado a precios del 2018.

Se puede concluir de la investigación de UNFPA que los resultados reflejaron que una niña o adolescente madre tiende a enfrentarse a más complicaciones desde su educación escolar y que años después trascienden a la vida laboral.

De las mujeres que fueron madres en la adolescencia, solamente 2% obtuvo un título universitario frente al 9% de quienes fueron madres entre 20 y 29 años.

En pocas palabras, dice el estudio, los embarazos en niñas y adolescentes impactan en el aspecto físico, emocional y social, limitando su derecho a una vida libre de violencias e irrumpiendo en sus proyectos de vida.

Lea el informe completo en el siguiente enlace: https://guatemala.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/consecuencias_socieconomicas_del_embarazo_adolescente_en_guatemala_final_diagramado.pdf

A decir de Ana Lucia Ramazzini Uno de los retos más fuertes se encuentra en la transformación de imaginarios sociales que sostienen las prácticas de violencia contra las niñas y adolescentes.  Acciones que desnaturalicen, problematicen y sancionen esta violencia son fundamentales.  Y en esto, “la prevención a través de procesos educativos, es esencial”.

La necesidad de la educación integral en sexualidad (EIS), es un derecho humano que el Estado debe garantizar, porque proporciona conocimientos y habilidades para identificar las diversas manifestaciones de violencia, cuestionar los estereotipos de género y desmontar las masculinidades hegemónicas.

La EIS puede hacer que construyan su propio proyecto de vida, les da herramientas para la comunicación, el uso seguro de tecnologías, para saber cómo encontrar ayuda y apoyo, entre otros, concluye la investigadora de Flacso.

La niña y adolescente que queda embarazada y trunca el futuro de su vida, no fue sencillamente por su propia decisión. La  ley en Guatemala tipifica como “violación sexual” los casos en los que se tiene relación sexual con niñas menores de 14 años.  Para enfrentar esta realidad dramática es necesario que como Estado se generen las condiciones para que las niñas y adolescentes ejerzan su derecho y vivan el valor a una vida digna.  Demás esta mencionar  que esta problemática tiene su raíz de fondo en la falta de vivir y practicar los principios y valores en la sociedad, independiente de la comunidad, religión o nivel socio económico al que pertenezca.

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