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¿Prueba superada? Hombres: su nuevo rol en la vida

Por Redacción
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¿Cómo les afecta el poder creciente de las mujeres? En este artículo damos a conocer algunas de las opiniones La salida masiva de las mujeres de sus hogares hacía el mundo del trabajo ha cambiado de manera radical sus expectativas de vida, pero también y de forma muy especial, ha comenzado a modificar lo que piensan los hombres acerca de ellos mismos.

Hasta hace apenas tres o cuatro décadas, la mayoría de la gente tenía claro que los hombres y las mujeres jugaban papeles completamente distintos: los hombres se dedicaban a trabajar y las mujeres al cuidado de los hijos y de la casa. Si bien desde finales de la Segunda Guerra Mundial se aceptaba que las mujeres trabajaran fuera del hogar, los ingresos que ellas obtenían se consideraban como secundarios y el principal proveedor económico de las familias seguía siendo del sexo masculino, ya fuera el padre, el hijo mayor o cualquier otro integrante varón de la familia.

No obstante, en la actualidad, buena parte de las familias del mundo sobreviven con ingresos provenientes sólo de las mujeres, por lo que el papel que jugaban los hombres como proveedores se ha estado replanteando. David Gauntlett, profesor de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, señala que hasta muy recientemente hemos comenzado a entender que los papeles que juegan hombres y mujeres en la sociedad pueden cambiar –y de hecho cambian–, y es por ello que los hombres apenas han empezado a reflexionar acerca de lo que significa ser hombres en el mundo actual.

Para el médico inglés Anthony Clare, el problema se resume de la siguiente manera: “hoy, todo lo que concierne a los hombres –su razón de ser, su propósito, su valor, su justificación– es un asunto de debate público. Analistas serios declaran que los hombres son superfluos, que las mujeres no los necesitan y que los niños podrían estar mejor sin ellos. Al inicio del siglo XXI, es difícil evitar la conclusión de que los hombres son un problema serio. En todo el mundo desarrollado y en vías de desarrollo, el comportamiento antisocial es esencialmente masculino […] E incluso, con todo su mal comportamiento, ellos no parecen ser más felices. A lo largo de Norteamérica, Europa y Australia, los suicidios masculinos superan los femeninos”.

El origen de la crisis

Son varias las hipótesis que se han planteado con respecto al origen de la crisis de la masculinidad. Por un lado, investigadores como Carlos E. Sluzki de la Universidad George Mason, en Washington, consideran que esta crisis tiene orígenes diversos, ya que: “la masculinidad estaba definida sin ambigüedades por las prácticas que la caracterizaban: la conquista (expansión de las fronteras), el control y la defensa de las fronteras (y, por ende, las guerras), la caza, la exploración de nuevos territorios (ya sean aventuras físicas o intelectuales) y la política”. No obstante “durante los últimos 30 años, se ha reducido drásticamente la posibilidad de llevar a cabo todas y cada una de dichas actividades, el prestigio que esto implicaba, y su característica de ser dominio exclusivo de los hombres”.

Por su parte, un grupo de investigadores de México y Argentina plantean que las nuevas condiciones económicas son las principales responsables de la crisis masculina, ya que “tradicionalmente el varón ha sido el proveedor del hogar pero el nuevo paradigma económico lo coloca en una posición de riesgo con respecto al trabajo, en cuanto a pérdida o disminución del mismo, a causa de la automatización de procesos, las crisis económicas provocadas por la nueva economía y la poca participación del Estado en la esfera económica”.*

Si bien no existe un acuerdo respecto al origen de la crisis masculina, en lo que sí coinciden los especialistas es en la existencia de un malestar o una especie de incomodidad entre muchos hombres, que está generando cambios importantes en su comportamiento.

Síntomas de un malestar

Los investigadores de México y Argentina afirman que las nuevas condiciones laborales generan en el hombre “una serie de malestares que provienen del no poder cumplir con su deber de proveedor”, pero lo más preocupante es que esos malestares pueden llegar a traducirse en violencia intrafamiliar, depresión, e incluso conductas adictivas, las cuales “no sólo le afectan a él como persona sino a su entorno social entero (amigos, familia, relaciones sociales)”.

Para la oficina de Naciones Unidas sobre la Mujer (Unifem), la violencia contra las mujeres está claramente asociada con la inequidad entre los sexos que ha existido históricamente, no obstante, señala que para comprenderla y erradicarla es necesario reconocer también “las diversas presiones sociales que generan en los hombres reacciones violentas”, sin negar por ello la responsabilidad que tienen los varones por sus propios actos.

En resumen, se considera que los cambios económicos y sociales han tomado por sorpresa a muchos hombres, por lo que una parte de ellos está reaccionando de forma equívoca y agresiva frente a este nuevo escenario y la pérdida de poder que esto supone. No obstante, más que subrayar el lado negativo de las conductas masculinas, muchos organismos internacionales, instituciones privadas e individuos ponen énfasis en los aspectos positivos de los cambios en la identidad masculina.

Lo que es “ser un hombre”

Diversos estudios a nivel internacional documentados por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) han demostrado que los hombres “desempeñan a menudo papeles únicos y positivos en las vidas de los niños y se les puede persuadir de que apoyen efectivamente los esfuerzos por reducir las desigualdades entre hombres y mujeres”. No obstante, este organismo reconoce que “hay que trabajar más para entender mejor los factores que influyen sobre las conductas positivas o perjudiciales de los hombres y utilizar esos conocimientos para reevaluar las actuales estrategias relacionadas con los niños y el género y el desarrollo”.

Un aspecto muy relevante sigue siendo el cambio en los papeles de hombres y mujeres, ya que las familias tradicionales han seguido cediendo su lugar a relaciones y papeles menos convencionales. Según la Unicef, “muchas familias no están logrando encarar bien estos cambios y la condición de mujeres y niños ha empeorado”, aunque afortunadamente cada vez se generan mejores estrategias “para ayudar a los hombres y a las mujeres a adaptarse a sus papeles cambiantes, en formas que pueden beneficiar a los niños y promover la igualdad entre los sexos”.

Un aspecto muy relevante sigue siendo el cambio en los papeles de hombres y mujeres, ya que las familias tradicionales han seguido cediendo su lugar a relaciones y papeles menos convencionales. Según la Unicef, “muchas familias no están logrando encarar bien estos cambios y la condición de mujeres y niños ha empeorado”, aunque afortunadamente cada vez se generan mejores estrategias “para ayudar a los hombres y a las mujeres a adaptarse a sus papeles cambiantes, en formas que pueden beneficiar a los niños y promover la igualdad entre los sexos”.

Si bien son muchos los campos en los que la identidad masculina se ha visto afectada positivamente, el terreno de la paternidad, la violencia y la vida emocional son tres áreas clave en las que la actitud de los hombres se ha transformado de manera importante. Veamos por qué.

  • La revolución de los padres. Uno de los cambios más notables de los últimos tiempos es lo que ha dado en llamarse “la revolución de los padres”, es decir, el movimiento cada vez más visible de los hombres hacia una paternidad más activa y responsable. Este movimiento ha ganando fuerza a lo largo de todo el mundo y ha popularizado las imágenes de hombres acudiendo a los festivales de sus hijos y realizando las tareas de atención y cuidado de los niños que antes estaban reservadas para las mujeres.

Recordemos que no hace mucho la mayoría de los hombres pasaban la mayor parte de su tiempo en el trabajo, lo que les impedía desarrollar una verdadera vida familiar. Esto hizo de ellos una especie de “robots proveedores”, que, además de estar sujetos a los vaivenes del mercado de trabajo, se encontraban sumamente desconectados de sus hijos y de su pareja.

En la actualidad, cada vez más hombres ven en el cuidado de los hijos un verdadero refugio para las presiones del mundo contemporáneo, por lo que en muchos países incluso se ha modificado la legislación para que los hombres también puedan gozar de permisos laborales (paternity leave) para atender a sus hijos. Según la Iniciativa Nacional de Paternidad de los Estados Unidos los niños que crecen con padres activos y comprometidos con su familia tienen un mejor desempeño en la escuela.

  • Poniendo alto a la violencia. En cuanto a la violencia hacia las mujeres, cada vez surgen más iniciativas para cambiar el comportamiento de los hombres violentos, muchas de las cuales han surgido al interior de los grupos de hombres.
    Estas acciones han proliferado sobre todo en países en desarrollo, donde algunos grupos están llevando a cabo campañas muy exitosas con lemas como “Por que tenemos hijas, hermanas, madres y amigas”, de la organización Hombres Poniendo Alto a la Violencia, o el de “Mi fortaleza está en no hacerle daño” de Hombres Deteniendo la Violación, ambas organizaciones de los Estados Unidos.

La primera de ellas invita a los hombres a participar en su campaña, explicando que “Todos tenemos una madre, hermana, sobrina, amiga o compañera de trabajo. Todo hombre tiene una mujer en su vida de la cual cuidar. Pero cuidarla sólo no es suficiente cuando las mujeres y las niñas tienen el 30% de posibilidades de ser atacadas por su pareja en algún momento de su vida”.

  • Atendiendo las emociones. Un aspecto masculino que ha sido muy criticado es la incapacidad de muchos varones para expresar sus propias emociones y sentimientos. El imperativo de “no decir lo que uno siente”, parece haber sido parte del antiguo decálogo para ser un verdadero hombre, pero hoy en día se encuentra en plena decadencia.

Los hombres no son buenos para la intimidad, afirma el profesor británico David Gauntlett, pero tampoco son buenos para “expresar sus sentimientos más vulnerables o más amorosos, conectarse con los otros o admitir el dolor o las fallas”.

No obstante, en su opinión, existe evidencia suficiente para afirmar que ellos pueden e incluso desean mejorar en todos estos aspectos. “La mayoría de los hombres necesitan renegociar su lugar en esta nueva cultura”, sostiene y, como hemos visto a través de algunos ejemplos, muchos ya están optando por hacerlo de la mejor manera.

Por Rosario Taracena

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