Colaboración de: Carolina Castellanos
Las Real Academia Española, RAE, define este término como el “ánimo o intención de hacer o de no hacer algo. Objetivo que se pretende conseguir”. Es importante tener claro el concepto para luego poder adaptarlo a nuestras propias circunstancias.
En estos más de cuatro meses que han pasado de cuarentena, la mayoría de nosotros hemos tenido que replantear muchas cosas y ratificar otras. Por ejemplo, la importancia de la familia, de los amigos, entre otros.
El tiempo en abundancia nos ha permitido hacer de todo y a no hacer nada. Para quienes trabajamos, sea para alguien más o para nuestro propio emprendimiento, “el objetivo que pretendíamos conseguir”, como lo define la RAE, cambió. El propósito hoy para la gran mayoría ha sido sostener el negocio o mantener su trabajo. No ha sido así para todos pues hemos visto el cierre de muchas empresas y a gran cantidad de personas perder su trabajo.
¿Cuál será nuestro propósito ahora, personal y laboralmente? Sin duda, el personal será mantenerse sano y procurar lo mismo para la familia y amigos. El virus llegó para quedarse hasta que haya una vacuna. La responsabilidad individual será la clave para evitar más propagación del virus.
Empresarialmente, es fundamental mantener esas medidas implementadas para procurar el bienestar de los colaboradores. Pero, además de eso, toca replantear el propósito de la empresa para lo que queda del año y para el próximo. Sobrevivir es un propósito fundamental; obtener utilidades será un regalo. Recordemos que el desempleo y la economía del país en pedazos hacen que la demanda de productos y servicios disminuya.
En este tiempo de cuarentena se permitió a las empresas “esenciales” continuar laborando. Éstas son las de alimentos, medicinas, servicios de salud, banca, entre otras. ¿La empresa para la que usted trabaja (propia o ajena) está incluida en la lista de “esenciales”? La gran mayoría no lo está por lo que un propósito importante para ahora debería ser ¿cómo me vuelvo esencial para mis clientes?
Todos priorizamos gastos, siempre, y ahora con ingresos disminuidos, más aún. La demanda reducida por la baja de ingresos hace que la lista de prioridades para todos sea más pequeña. ¿Está su producto o servicio allí? Si no lo está, toca reinventarse.
