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Liderazgo femenino

Por Redacción
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Hablar sobre liderazgo femenino nunca ha sido tan tras­cendente como ahora.

Esto signifi­ca que no es un tema coyuntural y mucho menos es una “moda”, como tal vez algunos han considerado ante las crecientes manifestaciones de inconformidad por la situación social, de seguridad, laboral, económica y política de las mujeres, de las cuales hemos sido testigos en este 2020.

A lo largo de nuestra experiencia en gestión empresarial, de innovación y liderazgo, hemos trabajado con organiza­ciones de todos tamaños, en donde hemos encontrado un punto en común: las razones de la desigualdad en el tema de mujeres son de índole educativo y cultural.

Esto no es un hallazgo, pero sí nos da luz para responder a lo que verda­deramente nos ocupa: 1. ¿Cómo romper con la inercia cultural que limita el talento femenino en nuestras orga­nizaciones? 2. ¿La actual crisis global nos facilita o hace más complejo posicionar a las mujeres en espacios de liderazgo?

Sobre el primer cuestionamiento dejamos tres certezas:

  1. Sí, existe un liderazgo femenino con características propias, las cuales son necesarias para la innovación.
  2. Las culturas organizacionales poderosas saben enriquecerse con la diversidad de género.
  3. Necesitamos mantener despier­to, y en ocasiones despertar, este liderazgo en las organiza­ciones si queremos mujeres que hablen y se expresen, porque cuando lo hacen, transforman.

Es necesario eliminar prejuicios y falsas discusiones sobre si las mujeres “tienen o no tienen el carácter de liderar” o “la familia e hijos son un obstáculo”. Debemos romper con patrones verticales autoritarios, paternalistas, culturalmente arraiga­dos, para cambiarlos por dinámicas horizontales y circulares, en las que las mujeres puedan encarnar más fácilmente su talento orgánico de agi­lidad y flexibilidad para llevar a cabo procesos de transformación.

Las organizaciones deben com­prender que el liderazgo femenino es un catalizador para el crecimiento y desarrollo. De acuerdo con estudios internacionales, los ingresos de las compañías y su desempeño puede ser 50% más alto cuando mujeres se encuentran entre los primeros cinco puestos de liderazgo.

Sobre el segundo cuestionamien­to, las organizaciones deben conso­lidarse con las mejores prácticas del liderazgo femenino: su esencia, cien­cia y arte. ¿Cómo? Fortaleciendo los procesos colaborativos entre nuestro equipo de trabajo, consolidando una Cultura Organizacional con miras a desarrollar la mejor versión de un liderazgo capaz de encabezar un mundo que se transforma constante­mente y es muy competitivo.

Éste es el momento en el cual las empresas deben romper esquemas que han dejado de lado al talento femenino, sesgando sus opor­tunidades de crecimiento y desapro­vechando su liderazgo orgánico. Las organizaciones no pueden darse el lujo de perder a mujeres líderes. Aprove­chemos la crisis global que nos obliga a reinventarnos organizacionalmente, a transformar la cultura empresarial e implementar sistemas de innovación que nos posicione al frente de la línea de arranque para el 2021.

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