Me fascina la gente resiliente.
No solo porque implica fuerza, optimismo, gratitud y buena genética, jaja, sino porque es gente que no le tiene miedo al cambio, o si le tiene, igual le entra con todo y sale triunfante.
Algo tan necesario y relevante para lo que estamos viviendo hoy y la incertidumbre de que no sabemos hasta cuándo estaremos así. Además, algo fascinante de esta virtud, porque la considero una gran virtud, es que sí nacemos con un cierto nivel de resiliencia. Feggy Ostrosky, doctora en biomedicina y neurofisióloga, explica que esto depende de qué tan largos son los alelos cerebrales que nos heredaron. La buena noticia ¡se puede hacer que esos alelos crezcan!
Pero no se los voy a revelar todo, en los próximos días estaremos publicando artículos donde hablaremos largo y tendido del tema.
Ante esto y el transcurrir de los días, y de la última actividad presencial realizada previo a que el mundo que conocíamos, cambiara para siempre. ¿Para mejor o para peor? Es demasiado pronto para saber. Yo creo que para bien.
Presentamos nuestra agenda de actividades presenciales a realizar. En otro tono. Pensando que teníamos el futuro cercano, claro y certero. Pensando en todo lo que les teníamos preparado para el resto del año tanto nuestras participantes, clientes y nosotros… pero como bien dicen, ¿quieres hacer reír a Dios?
Es por ello que nos hemos venido reinventando a través de las diferentes plataformas digitales, eso sí, siempre trasladando contenido de valor a nuestra audiencia. Esta idea de que EL PRIMER paso para cualquier proceso de cambio, de sanación o de aceptación, es aceptar las cosas como son y por completo, me parece de lo más acertado. Ahora que viene una nueva realidad, desconocida y, probablemente rara e incómoda, es de aceptarla y abrazarla, no nos queda de otra.
Ojo, yo me considero alguien bastante resiliente, eh. Siempre encuentro cómo darle la vuelta al asunto y de qué carcajearme cuando la cosa está color de hormiga… lo que pasa, es que lo nuestro, nuestro, no es el cambio. Pero bien dice el filósofo griego, Heráclito, que es lo único constante, y como ahí viene uno muy grande, nos toca aceptar lo siguiente, adaptarnos a ello y ser lo más resilientes que se pueda, para que muy pronto, hagamos de nuestra nueva vida, una igual o más feliz que la que teníamos. Así. Con lo que venga.
Solas invisibles, pero juntas invencibles. Marolen Martínez
