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El liderazgo femenino es el crecimiento del siglo XXI

Por Redacción
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El liderazgo femenino es necesario en los equipos, en las organizaciones y en la sociedad: con ello nos beneficiamos todos. Como lo indica la naturaleza, lo femenino y lo masculino van juntos, es el Yin y Yang, integrados y avanzando.

Nuestra región no escapa al crecimiento y la participación de la mujer como líder en el mundo.  Esta tendencia se ha trasladado  a los ámbitos públicos y privados.  Aunque no sólo está lejos del número al que podríamos alcanzar, sino del que deberíamos tener para beneficio de las empresas y la sociedad.

El liderazgo de la mujer es diferente al liderazgo masculino, ni mejor ni peor, sólo diferente. Son distintas las energías que los mueven y, sin dudas, lo más beneficioso para una empresa es tener líderes de ambos sexos y líderes integrales, es decir, que integren las energías y aptitudes femenina y masculina.

Algunas características femeninas que marcan el tipo de liderazgo que ellas ejercen: está más orientado a las personas, tiene características más sociables y con mayor tendencia a la cooperación. Esto hace que el trabajo en equipo sea más natural, que la mujer esté activa en la inclusión, conteniendo a las personas y preocupada porque los procesos seas prolijos y sanos. Además, ellas son más expresivas y cercanas, lo que les da un potencial importante a la hora de lograr un compromiso con la organización. Una líder logra darle un matiz de familia y resalta los valores en cada ámbito. Sin dudas, también debemos tener presente la capacidad innata que las mujeres tienen de pensar y actuar en muchas direcciones o temas al mismo tiempo, y hacer que esto se potencie positivamente en su liderazgo es una herramienta importantísima.

Por supuesto que tienen su costado débil: cómo actúa su mundo emocional a la hora de experimentar presiones y desafíos importantes y el hecho de poner más foco en el objetivo que en el proceso que se atraviesa para llegar a él.

Al consultar respecto a cómo se sienten más cómodos los hombres si siendo dirigidos por un cogénere o por una mujer, la mayoría respondió que por un hombre.    Esto es bastante lógico, dadas algunas características que aún existen en las sociedades latinoamericanas. Sin embargo, aquí se daba también algo llamativo. Cuando se los consultaba con quién se sentía más a gusto, más escuchados a la hora de trasmitir los objetivos o de tener una devolución de su trabajo no dudaron en decir que preferían a una mujer. En muchos casos, estas charlas resaltaron el coraje de las mujeres a la hora de tomar decisiones y enfrentar una crisis y la eficacia para armar equipos de trabajo.

Son todas estas características y experiencias las que nos hacen siempre recomendarle a las empresas que desarrollen, capaciten y le den una oportunidad a más mujeres en puestos directivos. Estamos seguros  que sólo estando al frente de un cargo podrán demostrar de lo que son capaces.

El liderazgo femenino es sinónimo de crecimiento en el siglo XXI y debemos atenderlo como tal, apoyarlo, ayudar al desarrollo y formación de las mujeres y trabajar para que más de nosotras lleguen a posiciones directivas y de responsabilidad. El liderazgo femenino es necesario en los equipos, en las organizaciones y en la sociedad: con ello nos beneficiamos todos. Como lo indica la naturaleza, lo femenino y lo masculino van juntos, es el Yin y Yang, integrados y avanzando.

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