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Editorial

Por Redacción
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Los avances de la tecnología, un pleito que nunca hubiéramos querido tener.

De pronto fue, como que todo se empezó a oscurecer y lo que era importante para nosotros, simplemente lo dejó de ser, el mundo se enmudeció, los programas familiares de la televisión lograron segundos de atención momentánea, mientras movíamos los párpados para seguir en sintonía con la conexión…

Grato es para nosotros amigos todos, el poder saludarlos y compartir la más próxima de la problemática familiar, pues es lo que nos tiene a veces apesadumbrados, al saber de los problemas que están lejos de nuestra urgente solución.  Les damos la más cordial de las bienvenidas, agradeciéndoles en todo lo que vale, el contar con su simpatía en Mujer de Negocios y todas las alternativas que tenemos, para poder llegar a ustedes con nuestra versión digital, el programa radial y nuestras redes sociales.

Muchos, queridos amigos, empiezan a pensar que la comunicación de siempre, ha llegado a su fin… La famosa frase “Estar conectados”  nació como de risa, un ensueño lleno de gracia, hasta que se convirtió en esa tarea anulante y estar esclavizado a lo que nos dicta el indispensable “Dispositivo móvil”  que antes solo servía para realizar o recibir llamadas.  Hoy prácticamente lo es todo.  ¿Cómo está el clima, las vías transitables, el horóscopo, las novedades y noticias a nivel mundial, las recetas, las compras, los lugares, modas, cumpleaños, en qué lugar estaba fulanita y que comió zutanito?   Esto es un fruto del infierno, me contaba una anciana con el teléfono en la mano que recién había requerido por un transporte privado que la llevaría hasta las puertas de su casa y que no llegaba tarde, ni ninguna manera, sino ya una nueva aplicación se había encargado de solicitar el almuerzo de su gusto…

El mundo de hoy vive en él duerme vela de la existencia.   Pueden escuchar la música del mundo, los videos más sensacionales, los canales, series y películas de todo el planeta, se pueden aprender idiomas, recetas, cursos y hasta cómo armar un bombardero o un avión y ni se diga un tanque, pues todo está a la mano y el mundo goza de disponibilidad de tiempo y mientras espera ¿No sé qué?  Puede reír con las ocurrencias que la humanidad ofrece.   Puede viajar a cualquier lugar del globo y saber las indicaciones de todo.   Definitivamente, tenemos en nuestra palma de la mano, el conocimiento e historia de todas las civilizaciones, reinos e imperios de todos los tiempos y todas las generaciones.   Y siguen diciendo que es arma de satanás, pero el problema sigue creciendo.

En realidad, todo dejó de ser importante.  Nuestras bullas, pláticas y comentarios familiares de antes en las horas de comida y los programas de televisión favoritos.  Nuestros consejos con los hijos que medio escuchan por estar conectados.  El silencio que se ve interrumpido por el eterno teclear de los dispositivos, incluso conversar con el que tenemos a la par a través de algún chat o mensajería que nos urge a comentar el cumpleaños o deceso de algún amigo, conocido o amigo del amigo de otro amigo.  Vivir la vida de los influencers, que nos dicen que ponernos y dónde comprar para vestir, vivir o comer…

Época amigos de vivir en una soledad acompañada de teclear y no verse a los ojos, de atendernos a medias, pues alguien que no conocemos, nos está hablando.  Tiempo de otras existencias, de otros tipos de enfermedades, de soledades no resueltas, de lo que perdimos y no nos hemos dado cuenta.  Enfermedades y sufrimientos de hoy, con repercusiones que no esperarán un mañana, y no poder contar a nadie o a ninguno, nuestra vida y nuestros problemas y haber decidido alejarnos de ese mundillo condenado que nos tenía esclavizados.  Pero ya no, me decía un seguidor… Ya me pelee con esas redes que me tenían invadido hasta mi teléfono… Pero ahora, ya nadie me llama, ya no puedo hacer partícipe a la gente de mis cosas, me siento aislado, solitario, indiferente y que no soy parte de la sociedad, me reclaman hasta los saludos, los aniversarios y pésames y todos los días lo pienso seriamente si regreso o no, de todos modos, no he cerrado mis redes, solo que ya no participo.   Ni mis  hijos me mandan mensajes.  Me ven como medio aburrido y ahora que les dije que fuéramos a almorzar previo a ir a la iglesia, ahora me llaman fanático…  La verdad que no me siento así, pero creo que ya estoy mayor… Y mientras más tiempo pasa, menos comprendo las nuevas tecnologías que ya les llaman inteligentes… ¿Aló?… ¿Aló?… “Ahhh… Estos telefonitos, me iré a comprar otro y me meteré a un curso intensivo para entenderlos… Si son inteligentes, ellos me deberían entender a mí.    Hasta el próximo amables lectores.

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