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Crisis, cuestión de familia

Por Redacción
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Hablar de problemas económicos en casa no es fácil, especialmente si tus hijos están acostumbrados a cierto nivel de vida; la buena noticia es que existen estrategias para abordar el tema e incluso utilizarlo como herramienta educativa.

“No me pidas nada que no tengo dinero”. Esta es una frase que se ha vuelto habitual en las épocas de crisis, sólo que la perspectiva de los niños es distinta a la nuestra y al escuchar esto, pueden creer que en su casa no hay para comer. “Yo tenía un paciente de 8 años que vivía asustado porque su papá decía que habían bajado sus acciones en la bolsa, entonces se imaginaba que lavaría coches al día siguiente”, cuenta la doctora Julia Borbolla, psicóloga especializada en niños y adolescentes.

“Los niños no dimensionan, hay que saber explicarles que no hay dinero para lo que él quiere, pero sí lo hay para comer, vestirse y pagar la colegiatura”, dice la experta. Así́ que para saber abordar temas como crisis, problemas financieros y dificultades económicas, es necesario crear estrategias para ser asertivas y respetar las necesidades y los sentimientos de nuestros hijos.

IDENTIFICA EL TIPO DE CRISIS

Las especialistas identifican dos tipos de problemas financieros en el hogar: Necesidades básicas, tales como tener casa, alimento, vestido en buenas condiciones, educación académica y servicios como luz y agua. Necesidades creadas, como viajes, productos y prácticas suntuarias y objetos de lujo. No es lo mismo un niño que se avergüenza porque va a la escuela con tenis rotos, que uno que se siente mal porque no tiene los de marca; al primero tienes que resolverle el problema, o sea, conseguirle tenis nuevos; al segundo le dices con comunicación asertiva, es decir, sin regañarlo pero siendo firme: “en este momento no puedo comprarte los tenis que quieres, me encantaría, pero lo importante es que tienes tenis buenos, limpios y no eres menos por no tener unos de marca”.

PROMUEVE LOS VALORES SOBRE EL CONSUMISMO

Este es un punto neurálgico para las especialistas. El consumismo es el primer inconveniente con el que se topan los padres antes de hablar con sus hijos sobre reducción de gastos, “los papás de hoy trabajan mucho y les dedican menos tiempo, por eso quieren compensarlo con objetos, pero eso sólo logra que formemos chicos sin tolerancia a la frustración”, explica Goldberg. A decir de la experta, el primer paso para hablarles de crisis es quitarle el valor a lo material y exaltar que la calidad de las personas está en su educación y sus sentimientos y no en la ropa que usan, de esta forma, trabajaremos también en la seguridad personal de nuestros hijos.

Ahora, no usemos esa explicación sólo para salir del paso, pongamos el ejemplo: “Evitemos adoctrinamientos morales, si vamos a hablarles de la importancia del ahorro o la austeridad y luego nos ven en el centro comercial practicando el consumismo, perderemos credibilidad”.

LA CRISIS Y LA EDAD DE LA PUNZADA

Claro que si en vez de un niño de 7 años estás hablando con un adolescente, la plática toma otra tesitura y muy posiblemente tu hijo exprese su ira por no contar con el apoyo económico que tenía antes: “Un niño de 17 años te va a decir que eres una fracasada y que por tu culpa es el único de sus amigos que no tiene un iPhone”, en tal caso, la respuesta no está́ en gritarle y mucho menos en victimizarte, “dile que es su realidad y no puedes cambiarla. Ya no es un niño y puede entenderlo”. Pero, ¿qué sucede cuando es un joven conflictivo?

Siempre hay marcha atrás cuando su relación no ha sido buena; así tenga 20 años, un hijo tiene los brazos abiertos para recibir el afecto de su madre si ella lo busca. La nutrición emocional consiste en crear un vínculo afectivo basado en el respeto mutuo”, dice Goldberg, “el secreto está́ en no ponerte al tú por tú,  recuerda que tú sigues siendo la guía”. Para darle confianza, la doctora Borbolla sugiere que ante todo le hagamos sentir que lo comprendemos “todo está en como se lo digas, si sientes culpa por negarle algo, lo va a intuir”, dice Borbolla, “el niño lo compra como el papá lo venda”.

APROVECHA EL TIEMPO MUERTO

Una vez que has logrado establecer un canal de comunicación  con tu hijo, debes resolver el cambio de vida al que se enfrenta; en principio, si el recorte presupuestal afecta sus actividades extra escolares o los paseos en fin de semana, debes encontrarle entretenimiento. El Internet y la televisión aparecen como los primeros salvadores, pero la realidad es que ninguna madre quiere tener a su hijo enajenado en el sillón, “nosotros tenemos un taller donde les enseñamos a ser pequeños empresarios y llevar un flujo de balance”, explica Julia Borbolla, “no deben invertir dinero sino tiempo en conseguirlo, como vender galletas o labores por las que reciben una pequeña remuneración”. De esta forma, el niño o adolescente aprende a ser disciplinado y a darle el valor al dinero, además que se mantiene activo y satisfecho de haberse ganado su propio dinero.

EDUCACIÓN FINANCIERA

Por último, las especialistas recomiendan las clásicas mesadas como un buen remedio para educar a tus hijos económicamente: “Son una herramienta muy poderosa en la planificación de un presupuesto, y ello no implica que deban ser altas cantidades” señala Marienele Denegri, “puede ser un monto modesto pero regular, que lleve a los niños a la necesidad de administrar y ahorrar para cumplir metas”. La inmediata conclusión es que los niños responden a lo que les entregamos, “el se siente pobre cuando tiene menos de lo que cree que puede tener”, explica Borbolla, “en tu afán de darle lo mejor, no le des más de lo que tienes”.

Todas estas son formas positivas de hablar con tu hijo y además ayudarlo a enfrentar el problema desde su perspectiva, “aprovecha la oportunidad, la carencia enseña y una buena forma de formarlo como ser humano es sacarlo de su zona de confort”, dice Julia Borbolla. Al final del día, esta crisis, más que una adversidad, puede ser la coyuntura para replantear nuestras relaciones familiares y recuperar valores que en realidad nunca se han perdido: amor, comunicación y gratitud.

Escrito por Gabriella Morales-Casas

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