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Por Redacción
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Las vacaciones de los patojos.

El bullicio que causan los gritos, risas, carcajadas y las fuertes pisadas al ir tras las pelotas, se va incrementando, al igual que el frío y los vientos de fin de año, con las famosas vacaciones de los patojos.

Amigos y amigas de Mujer de Negocios.   Muchísimas gracias por ser parte de nosotros y ver cumplidas las expectativas de llegar a las grandes mayorías a través de nuestras plataformas sociales, digitales y radiales, que con el mejor de los gustos trabajamos y sabemos de ustedes que contamos con un mismo objetivo de exaltar el potencial humano de la Mujer en toda su esencia como género, invitándolos siempre a continuar con nosotros.

El tiempo pasa tan rápido amigos, que no recordamos el momento, en el cuál pasamos la estafeta de nuestras vacaciones a las otras generaciones ¿Sin darnos cuenta?… Aún viven en nuestra mente, el recuerdo de aquéllas mañanas heladas, con cierto viento delicado que chocaba en nuestros rostros, que llevaban aún la celebración del aniversario de nuestra patria, para luego entrar en la preparación de los exámenes de fin de curso.  Mucha preocupación, repaso de notas, trabajos manuales, lecciones aprendidas, pero siempre con el ímpetu de no desperdiciar en nada, las vacaciones de fin de año…  Esa tendría que ser la verdadera experiencia en el juego y en el descanso, en el compartir con la familia, hasta empezar a toparnos con el aburrimiento, que nos traía la esperanza de las fiestas de fin de año y el inicio del nuevo año escolar.

Un recuerdo, como si fuera ayer, pero con el simple temor de no recordar mucho, menos el hacer cuentas de hace cuánto tiempo fue, pues sabemos que esa cuenta ya la perdimos y la hemos guardado en un lugar para olvidar.

Hoy, todo eso nos recuerda el rostro de la mentora que le salta de repente un labio, un ojo, que habla con nosotros en forma acelerada y todavía logra platicar en forma educada, aunque su voz suena fuerte, en frases elocuentes y es cuando nos damos cuenta que ella también ansía las anheladas vacaciones.  En nuestra casa, nuestros ojos empiezan a chocar con la mirada de nuestros  hijos, que tiene el poder de convencernos de cualquier cosa y sabemos que ellos están sabidos de todas las marcas y adelantos de la tecnología y es cuando a nosotros nos empiezan a saltar los ojos, labios y mejillas involuntariamente y es justamente en esos precisos momentos, cuando uno empieza a imponer el tema de los famosos cursos de vacaciones…  ¿Precio?… No importa, pero que se vayan y aprendan.  De lo contrario vamos a perecer.

Pelotazos, bullas, fiestecitas, risas, gritos, lloriqueos, permisos, llevar y traer, etc… Todas esas cosas que con el tiempo serán las huellas del pasado y que nos permitirán recordar con la memoria del corazón y que con el tiempo, el tiempo mismo se llevará para alcanzar el silencio y la soledad.

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