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¿No era normal?

Por Redacción
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Cuando somos niñas nos explican lo que pasa cuando una se convierte en mujer. El dolor, el malestar y hasta el mal humor son parte de la vida de una mujer aproximadamente una semana al mes. Así nos dicen, y cuando llega ese momento, lo tomamos como normal, y no cuestionamos lo que nos pasa.

En mi caso, tuve un día inolvidable durante mis años en la universidad. Empecé a sentirme mal, a tener cólicos extremadamente fuertes, náuseas y verdaderamente pensé que me moría porque comenzó a bajarme la presión (50/30 fue lo que midió el doctor). Fui al baño, me acosté en el suelo y le pedí a una compañera que llamara al médico. Vinieron, me inyectaron, me pusieron en una silla de ruedas, y todo pasó (aunque no la pena). No puedo olvidar el comentario del doctor “tienes que hacer ejercicio. Tu umbral de dolor es muy bajo”. Qué ironía que fuera un hombre el que me dijera que mi umbral de dolor es bajo.

Meses después tuve un episodio similar y me pregunté ¿será verdaderamente normal lo que me pasa? ¿Tenemos que sufrir así todos los meses? Me armé de valor y fui al doctor. Le comenté mis síntomas y él abrió una puerta que yo no sabía que existía; una enfermedad de la cual en aquel momento no se hablaba mucho, la endometriosis.

De acuerdo con Medline Plus, “la endometriosis ocurre cuando las células del revestimiento del útero crecen en otras áreas del cuerpo (ovarios, intestino, recto, vejiga, entre otros). Esto puede generar dolor, sangrado abundante e infertilidad”.

Estos tejidos de endometriosis responden a las hormonas que secretan los ovarios, por eso cuando la mujer tiene su periodo, crecen y sangran, lo que por lo regular genera dolor.

Hasta el momento, la única manera certera de diagnosticar la endometriosis es a través de una cirugía llamada laparoscopia pélvica. El cirujano hace pequeñas incisiones y observa si hay áreas afectadas por la enfermedad. Si ve presencia de ésta, trata de eliminar la mayor cantidad posible de tejido y “limpia” el área.

Es difícil tomar la decisión de que te operen cuando no hay certeza de que estás enferma. Dado que no se puede ver la endometriosis a través de estudios comunes, lo mejor es la laparoscopia.

Me llevó un año finalmente decir que sí al procedimiento.

Recuerdo las palabras del doctor posterior a la cirugía “encontramos endometriosis en el ovario y trompa derecha. También estaba tocando un nervio, lo que explica por qué sentías molestia en la pierna…tu endometriosis es grado dos y es agresiva”. “¿Y ahora qué sigue?”, pregunté. La respuesta fue tajante. Primero empecé con tratamientos hormonales (inyecciones que inducían la menopausia), luego me colocaron un DIU especial que libera hormonas, después intentamos nuevamente con las inyecciones (segunda menopausia en cuestión de tres años). Finalmente,y por el momento, recibo tratamiento hormonal pero esta vez se trata de una pastilla al día.

El problema está en la falta de diagnóstico o conocimiento de la enfermedad. La mayor parte de las mujeres recién es diagnosticada entre los 25 y 35 años, cuando quizás ya padecían la enfermedad desde sus primeras menstruaciones.

El punto es que lo que experimentas tal vez no sea normal. ¿Cómo definimos lo que es normal, si nadie puede sentir exactamente lo que otra persona siente? Es nuestra tarea compartir esta información con nuestras conocidas, hijas, familiares, amigas etcétera, para que dejemos de suponer que todas tenemos el mismo tipo de dolor, que sufrir tanto durante nuestros periodos es común, que hay que “hacerse las fuertes” porque todas las mujeres pasan por esto y que quejarse no está bien. Esto puede ayudar a que más mujeres eviten la infertilidad y que sufran sin razón. El conocimiento es poder.

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