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Mujeres, ¿más machistas que los hombres?

Por Redacción
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La mujer machista es aquella que tiende a sacrificar su individualidad, identidad, creencias, trabajo, amigos y, a veces, hasta su salud cuando está en pareja.

El avance de la mujer en muchos ámbitos de la sociedad y la mayor participación del hombre en las tareas domésticas hace creer que la histórica distinción (y superioridad) entre ambos géneros está desapareciendo y ha logrado de manera paulatina la tan anhelada igualdad. Sin embargo, en la vida cotidiana, inconscientemente las mujeres se ubican en el lugar de “la débil” y reclaman protección masculina. Aunque duela admitirlo, las mujeres suelen ser mucho más machistas que los hombres. ¿Por qué? y ¿Cómo modificar esa conducta? Son preguntas abiertas que requieren del auto-análisis para encontrar respuestas.

A lo largo de la historia el machismo se ha reflejado en diversos aspectos de la vida social, a veces de forma directa y, en otras ocasiones, de manera sutil. La negación al derecho a voto de la mujer durante siglos, el castigo al adulterio femenino con la pena de muerte que aún se practica en algunos países (cuando a los hombres no les corresponde la misma sanción), la idea de que una mujer se realiza como tal cuando se casa, atiende a su esposo y cría a sus hijos (de lo contrario es una “fracasada solterona”), la publicidad con mujeres escasas de vestimenta para incentivar la venta de productos, la inequidad salarial ante el mismo puesto de trabajo, la concepción de que si una mujer lleva un escote voluptuoso es lógico que la quieran manosear, son algunas de las muchísimas muestras del machismo actual.

Pero, ¿qué es machismo? Según la Real Academia Española es la “actitud de prepotencia de los hombres respecto de las mujeres”. Se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra el género femenino. También se refiere a un tipo de violencia que discrimina a la mujer o, incluso, todo aquel hombre cuya conducta exhibe alguna característica que suele estar asociada a la feminidad. Definición que señala al género masculino como los únicos machistas.

Pero existen otras formas de verlo, como la del Diccionario Ideológico Feminista de Victoria Sau, donde el machismo es concebido como “un sistema social en el cual hombres y mujeres forman dos grupos desiguales. Cada grupo constituye un género (o femenino o masculino) polar y complementario del otro y ambos están jerárquicamente organizados de tal manera que los hombres son quienes detentan el poder y las mujeres son subordinadas. Esta jerarquía es causa y consecuencia de la valoración que se hace de las características asignadas a cada género y las capacidades que estas confieren a cada uno”. Un claro ejemplo de esta afirmación: las mujeres son débiles y solo pueden realizar tareas domésticas y los hombres son fuertes y están preparados para el trabajo fuera del hogar.

Verdades incuestionables –  Por desgracia, la humanidad nace y se desarrolla en una sociedad que se sustenta en creencias, en «verdades» que se presentan como absolutas, incuestionables, biológicas y para ser parte de esa comunidad se tienen que respetar sin chistar.

La filósofa norteamericana Judith Butler en su libro “Deshacer el género” propone re-pensar la realidad y en ella los roles de género como un performance que convierte a hombre y mujer en personajes que actúan en un escenario determinado con guiones preestablecidos que se inscriben en una trama histórica. Estos guiones ya prediseñados son las creencias.

La cultura, la sociedad, los estereotipos y las madres han educado para aprender que existen hombres y mujeres, ambos con características, obligaciones, emociones y tareas «diferentes». La creencia que subyace a esta educación es que hay motivos biológicos que marcan la diferencia.

Desde tiempos inmemoriales, ha existido el mito de la feminidad, según la cual la mujer debe ser delicada, suave, dócil, sensible, abnegada, además de emotiva, pasiva, superficial y coqueta. El mito es creer que la mujer es así por naturaleza y no como producto de la educación. La contracara es el mito de la virilidad que propone la imagen de que el hombre se debe reproducir, afirmar su superioridad intelectual, demostrar su actividad e iniciativa en todos los campos, dominar en todo tiempo y lugar, hacer gala de fuerza física, ser “macho”, pero es claro que no es la naturaleza masculina la que determina este comportamiento sino la cultura que lo condiciona. Desde niño le han dicho que “un hombre no llora” y que tiene que reprimir todo sentimiento, se han estimulado las manifestaciones de violencia y agresividad como propias del macho.

De esta manera, la subjetividad y características machistas son heredadas, a través de la socialización y construcción del entorno físico, mental y emocional, según ciertos preceptos sobre lo que es “normal”. Esto ayuda a comprender por qué los y las machistas generalmente actúan como tal, sin ser capaces de explicar la razón interna de sus actos. Hay cuestiones que ya están naturalizadas al punto de no ser jamás cuestionadas. Solo se creen y listo. Así se reproduce generación tras generación eso mismo de lo que se pretende alejarse.

Identikit de la mujer machista – Para muchos expertos, el machismo femenino encierra razones sociales, culturales y psicológicas. La mujer machista es aquella que tiende a sacrificar su individualidad, identidad, creencias, trabajo, amigos y, a veces, hasta su salud cuando está en pareja. Es decir, es dependiente emocional.

Las mujeres pueden ser machistas independientemente de la edad o nivel socio-cultural. Incluso las mujeres económicamente independientes y las que aparentan ser fuertes, cuando llega el momento de formar pareja, le otorgan el poder al varón. Es que fueron criadas para ser dependientes y se fomentó la necesidad de ser protegidas. La educación está orientada en ser amadas, complacientes, a creer en fantasías románticas y en esperar la llegada del príncipe azul, es decir, al «varón salvador», que «resolverá todos los problemas». Estas creencias, alimentadas desde la infancia, explican por qué las mujeres adultas son inseguras (aunque se muestren como independientes y fuertes ante el mundo) y buscan en sus parejas cuidado, apoyo y protección.

¿Qué hacer entonces?

El hecho de adoptar una actitud crítica y revisar los actos y dichos cotidianos es una vía para la transformación. No es sencillo despojarse de una educación que no solo ya se hizo carne, sino que forma parte de lo que se considera natural. Lo importante es entender que hombres y mujeres, sin importar el género y posición en la sociedad, son seres humanos, que deben aprender a ser tolerantes, con un ambiente de equidad entre los sexos sin injusticias, donde todos aporten para crear un mundo mejor. Ya lo dijo la escritora mexicana Rosa Beltrán, autora del libro Amores que matan: «Las mujeres que viven en sociedades machistas, también son machistas».

Actitudes machistas de una mujer

  • Servir primero la comida a ellos
  • Fingir orgasmos para que él esté contento.
  • Ver a una mujer muy guapa y decirle “zorra”
  • Idealizar a la pareja y enojarse si no cumple con las expectativas
  • Siempre dejar que él pague las cuentas
  • Afirmar que debes casarte a los 30 años o serás solterona
  • Decir que un hombre que no se ha casado a los 30 años es un “soltero codiciado”.

Escrito por: Macarena  Asborno

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