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Intuición femenina ¿Es real, podemos confiar en ella?

Por Redacción
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En la vida cotidiana, hacemos uso de la intuición para resolver todo tipo de problemas. Al elegir un libro o decidir la ruta para llegar más pronto a determinado sitio, e incluso al resolver los problemas de trabajo, a menudo recurrimos a la experiencia que tenemos del mundo y la aplicamos para tomar decisiones rápidas que casi siempre están basadas en la intuición. Conoce las ventajas y desventajas de confiar en lo que conocemos como el sexto sentido.

¿Has descubierto que alguien te miente con sólo mirarle a los ojos? ¿Sabes si tu amiga y su nuevo novio serán una buena pareja con apenas verlos interactuar unos cuantos minutos? Si te ha pasado alguna de estas cosas es porque utilizas exitosamente tu inteligencia intuitiva. La inteligencia intuitiva consiste en una serie de operaciones del cerebro que nos permiten tomar decisiones en pocos segundos.

Pero durante mucho tiempo, la intuición ha sido descartada como una forma válida de conocimiento, “la gente trata a la intuición como si fuera una mala palabra, pero en realidad es uno de los mecanismos de supervivencia del cuerpo”, dice Antoine Bechara, profesor de neurología en la Universidad de Iowa, “es una forma de mantenerte lejos del peligro y llevarte hacia lo que es bueno para ti” afirma.

En nuestra cultura, el pensamiento dominante exige que probemos lo que estamos pensando y que elaboremos argumentos claros y contundentes para explicar por qué llegamos a determinadas conclusiones. Pero la intuición no se vale de pruebas ni argumentos para llevarnos a considerar correctos ciertos pensamientos. La intuición es un proceso de asociación de ideas que ocurre de forma inconsciente, sin que nos demos cuenta, y sólo nos indica hacia dónde debemos dirigir nuestra energía o  atención.

Según Malcolm Gladwell, autor del libro Blink. Inteligencia intuitiva (editorial Taurus), la palabra “intuición” se asocia con ideas y sensaciones que no son racionales, por eso él prefiere usar el término “inteligencia intuitiva” ya que, en su opinión, lo que pasa con la intuición es perfectamente racional. La diferencia estriba en que la inteligencia intuitiva “se mueve un poco más rápido y opera de forma un poco más misteriosa que la toma de decisiones consciente y reflexiva que solemos asociar con el pensamiento”. Y ese pensamiento misterioso y veloz es lo que analiza Gladwell en Blink.

¿Cómo funciona?

Para Gladwell, una de las características más claras de la inteligencia intuitiva es que “saca conclusiones sin decirnos de inmediato lo que está haciendo”. Por eso, lo único que logramos percibir es una sensación de extrañeza, de que algo falta o sobra, en resumen, que algo “no encaja”. Además, la inteligencia intuitiva actúa bajo dos principios: es rápida y económica; es decir, ocurre a gran velocidad y se vale de muy poca información para sacar conclusiones.

Existe un acuerdo entre los especialistas en que la parte del cerebro que saca estas conclusiones rápidas se llama “inconsciente adaptativo”, aunque éste no equivale al concepto de inconsciente de Sigmund Freud, sino que puede compararse con una computadora enorme que procesa los datos que necesitamos para seguir funcionando. Este inconsciente adaptativo es una especie de “piloto automático” que procesa mucha de la información que nos rodea y solamente interviene para advertirnos de posibles peligros o de las situaciones a las que debemos prestar atención.

Algo interesante, es que somos capaces de cambiar del modo consciente al inconsciente dependiendo de la situación en que nos encontremos. Como indica Gladwell, la decisión de invitar a un compañero de trabajo a cenar es consciente porque la evaluamos detenidamente antes de hacer la invitación, pero la decisión espontánea de discutir con ese mismo compañero es inconsciente y se originan en una parte diferente del cerebro.

¡Alto! No abuses de ella

Cuando nuestra intuición acierta con frecuencia, casi siempre sentimos la tentación de querer usarla todo el tiempo y echar por la borda otras formas de pensamiento más metódicas. Pero valorar la intuición significa reconocer y desarrollar nuestra capacidad para decidir en unos cuantos segundos, sin dejar de apreciar lo que podemos conseguir luego de meses de investigación y análisis racional. Aprender a usar la intuición consiste en saber distinguir cuándo debemos escucharla y cuándo es mejor ignorar sus mensajes.

Mejora y afina tus corazonadas

Llegados a este punto vale la pena señalar que no existen recetas sencillas para hacer mejor uso de la intuición, aunque como vimos antes, sí hay formas de facilitar que ésta nos conduzca más seguido por el camino correcto. Reconocer los prejuicios que tenemos hacia ciertos grupos de la población (mujeres, indígenas, gente pobre, etc.) puede ayudarnos a evitar actitudes abusivas y descorteses. Otra forma de mejorar nuestras reacciones intuitivas es fijándonos cuando acertamos al seguir una corazonada para tratar de reproducir el mismo resultado en condiciones similares.

Philip Goldberd, autor del libro Roadsigns: Navigating Your Path to Spiritual Happiness (Señales de tráfico. Navegando tu camino hacia la felicidad espiritual), recomienda jugar mucho con la intuición: “pregúntate qué fila del supermercado se moverá más rápido, o qué vestido usará tu amiga en la siguiente fiesta”. Si tomas nota de las veces que aciertas, puedes recordar de mejor manera cómo se siente la intuición.

Una recomendación más es reírse de los errores intuitivos (siempre que no tengan consecuencias graves, claro). Todos nos equivocamos con la intuición, pero parece que “el humor activa el córtex prefrontal y ésa es una de las formas en que el cerebro recalibra esas suposiciones falsas”, dice Goldberg, de forma que si no nos reímos de nuestros errores intuitivos es muy probable que los sigamos cometiendo.

Otra estrategia útil es buscar la calma. Durante cientos de años la gente ha experimentado que los periodos de calma, ya sea a través de la meditación, la yoga o incluso la oración, nos hacen más abiertos a la intuición. “Puede parecer un cliché, pero podemos ver más a través de un lago tranquilo que en uno turbulento” dice Goldberg, y agrega que hay que poner especial atención a los sentimientos que resurgen una y otra vez, ya que una característica de la intuición es que persiste.

Para terminar, pregúntate a ti misma: ¿cuándo fue la última vez que te traicionó la intuición?, ¿por qué crees que sucedió?, ¿cuándo acertaste usando tu intuición? y ¿qué crees que fue lo que funcionó en esta ocasión? Si no logras recordar ninguna situación parecida, anota la próxima vez que tus corazonadas te lleven a decidir lo mejor.

De acuerdo con Gladwell, todos contamos con una batería de ideas preconcebidas que nos conducen a actuar de cierta forma cuando tomamos decisiones rápidas. Incluso aunque no nos consideremos racistas, muchas veces asociamos la delincuencia y el desorden con las personas de color por el aprendizaje que hemos recibido. En México, sucede lo mismo con las personas indígenas a quienes solemos atribuirles características como ignorancia o pasividad.

En el caso de las actitudes sexistas, a veces aunque defendamos los derechos de las mujeres, podemos legar a aceptar que algunas son más frágiles emocionalmente o que les falta carácter para asumir el poder. Pero esto no pasa porque seamos realmente sexistas, sino porque la intuición actúa de forma inconsciente, y hecha mano de las ideas preconcebidas que están en la sociedad, incluso antes de que podamos darnos cuenta. No obstante, si logramos identificar y controlar esas ideas para no dejarnos llevar fácilmente por ellas, entonces estaremos en condiciones de atender lo que sí es importante para tomar decisiones rápidas.

Por Rosario Taracena

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