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La educación privada antes…la educación privada ahora

Por Redacción
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Escrito por: Diana Brown, Directora Ejecutiva Asociación de Colegios Privados

La educación es un derecho humano fundamental. Indistinto del sector del sistema educativo a que el centro educativo pertenezca, la meta es el desarrollo individual de cada alumno, dependiendo de una visión y la planificación basada en ella, para viajar sobre la ruta de ese perfeccionamiento humano, respetando los talentos individuales, los sueños particulares, los errores ineludibles, y el entorno familiar y de comunidad

El curso del proceso de aprendizaje descansa sobre los currículos con perspectivas distintas de acuerdo con la propuesta educativa, fortaleciendo algunos aspectos mas que otros. Se conocen la metodología Montessori, la Reggio Emilia, el constructivismo, el aprendizaje basado en proyectos, la educación personalizada, y cuantos más; cada metodología propone un trayecto para alcanzar el desarrollo, la meta es ese crecimiento estructurado, medible y constante.

Los Estados de las naciones del globo establecen sistemas educativos para su población, la llamada educación publica, que es gratuita aparentemente, pues es sostenida por los impuestos pagados por la población. Paralelamente, existe la educación privada, pagada por los padres de familia, con propuestas curriculares que superan las oficiales, con el afán de un mayor crecimiento del alumno, con el apoyo de la comunidad educativa que se comprende por el alumno, la familia y el centro educativo, descansando en el docente, quien es el mediador de la adquisición de las destrezas, y las competencias.

La educación privada es una elección de la familia, en la búsqueda de mayores oportunidades de aprendizaje.

En Guatemala, el sistema educativo se comprende de cuatro sectores: público, privado, por cooperativa y municipal, los mas conocidos, público y privado. Se atiende a una población aproximada de cuatro millones de estudiantes, del los cuales un millón asisten a centros educativos privados en aproximadamente cinco mil colegios. Hay diferentes proporciones de asistencia en los niveles a que se atienden en todos los sectores: etapa inicial, de cero a tres años once meses; preprimaria, de cuatro a seis años; primaria, de siete a doce años; nivel básico trece a quince años, y diversificado o carreras de allí en adelante, graduándose de dieciocho o diecinueve años, de acuerdo con el currículo.

La gama de tamaños de centros educativos privados es amplísima. Existen instituciones de gran tamaño, con instalaciones propias, de mediano tamaño con arrendamientos u opciones de compra, o pequeños, que han adaptado casas a que puedan albergar el proceso de aprendizaje de los alumnos.  Cada colegio tiene su visión pedagógica, y el padre de familia elije en que este de acorde con su visión familiar, y su capacidad de pagar los compromisos adquiridos.

Tradicionalmente las clases han sido presenciales, con la gradual inclusión de la tecnología. El año 2020 cambió totalmente modalidades, currículos, estilos de desarrollo, mediadores del proceso educativo incluyendo ahora a los padres de familia, y el uso de la tecnología.  Hubo que innovar la educación.

La educación privada guatemalteca aceptó el inesperado reto de inmediato. Hubo que modificar la planificación curricular ya elaborada con anticipación. Necesariamente, a reducir el tiempo de los periodos de clases pues estar ante una pantalla por ocho periodos de cuarenta y cinco minutos, era antipedagógico e imposible. Los docentes modificaron sus estrategias para afianzar el interés de los alumnos con lúdica, videos, actividades distintas, a desarrollarse en casa, acompañados por los tutores:  los padres de familia. Las visitas con amistades se realizaron vía plataformas de comunicación virtuales. Y se redescubrió la riqueza de la vida familiar.

Desafíos constantes, limitaciones desde financieras, de alimentación, de recreo y ocio. Hubo que reinventarse para responder a los desafíos de la pandemia.  Los docentes trabajaron horarios de doce, catorce horas. Modificando clases, creando videos, corrigiendo tareas, respondiendo dudas de los alumnos y de los padres de familia vía WhatsApp y otros servicios de mensajería.

Los primeros meses de la pandemia, marzo 2020 en adelante, fueron de confinamiento total. Paulatinamente, se fueron modificando las limitaciones, y los protocolos se volvieron, y son, la costumbre diaria, pero continuaron las clases de modo virtual.

Algunos padres de familia perdieron empleos o se redujeron sus horarios, y por ende, sus ingresos. E iniciaron los retrasos, y a veces omisiones, en saldar las cuotas escolares, las cuales afectaron fuertemente la ejecución de los presupuestos, sobre todo en pago de salarios, que forma un aproximado del 72% del ingreso.

Los gastos fijos de operación continuaron; arredramientos, pagos de créditos, salarios, costos de ancho de banda, mantenimiento de las infraestructuras, no se podía abandonar el cuidado de las instituciones. Todo esto con ingresos de diez meses de cuotas, para saldar catorce salarios de todos los colaboradores, y doce meses de costos fijos.

Hubo que hacer costosas inversiones; con la previsión del retorno a las aulas presenciales, en un principio, de manera híbrida, y mas adelante totalmente presencial. Modificaciones en los baños, instalando dispensadores sin tacto, grifos de pedal, cámaras de proyección en las aulas, pizarrones inteligentes, a la contratación de plataformas educativas para continuar el proceso de aprendizaje de forma virtual.  Todos esto con ingresos limitados, adquisición de prestamos, con una reestructuración creativa de los presupuestos.

El año escolar 2020 terminó en un esfuerzo sobrehumano. Varios centros educativos privados no sobrevivieron, y cerraron sus puertas, sobre todo, en el nivel de preprimaria.  Hubo migración de un colegio a otro, por diversas razones. La gestión de educación privada se encontró en modo de respuesta   a crisis.

Las planificaciones para el ciclo escolar 2021 se construyeron sobre las plataformas virtuales y las experiencias vividas; docentes capacitados en herramientas tecnológicas.

En época de pandemia, los colegios privados continuaron el servicio educativo desde el primer día.  Se ha reinventado, se ha innovado, y ha aceptado el reto de un cambio radical, desde currículo a metodologías, con vocación. Ha sufrido financieramente; los docentes que no pueden adaptarse a la virtualidad tienen que retirarse. El futuro es incierto, depende de una amenaza invisible, un contagio silencioso que exige prudencia y prevención entre la población, y sobre todo, protección a los niños y jóvenes. La entrega de la educación privada es sincera, preocupada por el desarrollo integral de sus estudiantes, y de la educación nacional.

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