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Creo que puedo empezar a correr…

Por Redacción
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Soy una mujer de 44 años, mamá de dos hijos adolescentes, esposa, hija, hermana, abogada y ahora “deportista”. Pensar en eso me provoca una sonrisa de esas sonrisas que salen del alma y me descubro sonriendo mientras veo la computadora.

Habían transcurrido 9 años desde que nació mi hijo José, y más de 12 desde que nació María Gabriela mi primera hija, el día a día, ir y venir, la oficina, las loncheras, el salón de belleza, las clases de baile de ella, el karate de él, una cena con Alfonso mi esposo y otras muchas cosas, llenaban mi agenda de color sí, pero allí parecía no había espacio para nada más.  Fue un día, luego de haber asistido al cumpleaños de un amigo, que, al recibir las típicas fotos del evento, me vi y en principio no me reconocí, algunas libras de más… tengo que hacer ejercicio pensé.

Esta no era la primera vez que tomaba la decisión de hacer ejercicio, había ya pagado un par de membresías en algún gimnasio, sin éxito y sin perseverancia, era demasiado tiempo, NO tenía tiempo para dedicar 1 hora diaria al ejercicio y todos mis intentos hasta el momento se habían quedado en intención y gasto.

Esta vez me decidí por correr, estaba de moda, -todos corren- pensé, ¿por qué no podría hacerlo yo? Me traté de asegurar el éxito y consulté con gran emoción a mi socio, un triatleta consagrado, deportista olímpico, experto.

Entré a su oficina y le conté mi plan, y me dijo, sin dejar de escribir en su computadora:

-No se lo recomiendo a su edad- y siguió escribiendo.

– ¿Queeeee? tengo 38 años- pensé

Y me dijo – Las personas que empiezan a correr a su edad, después de no haber hecho ejercicio continuo, se lesionan porque creen que correr es solo eso, salir un día con tenis nuevos a la calle y correr-

Yo no estaba dispuesta a que esta conversación quedara allí, e insistí; -pero ayúdeme- le dije.

Y me dijo-bueno, le daré un programa y lo sigue al pie de la letra, y espero que así no se lesione-

Me llevé el programa un poco ofendida, y decidí seguirlo ya que el mismo consistía en 20 minutos de ejercicio tres veces por semana, y el fin de semana 25 minutos.

Pensé, -no es posible que no tenga 20 minutos para un poco de ejercicio-. El plan aseguraba que, si los seguía durante 10 semanas, al final del entrenamiento lograría correr 5 kilómetros en 40 minutos. Luego del primer día de entrenamiento, y de correr los primeros 3 minutos, dudé de mi capacidad de correr de forma continua 40 minutos.

Fue así como día tras día cumplí al pie de la letra el plan, cada día un poco más. Entonces pensé que debía inscribirme en alguna carrera para tener una meta que me motivara, me inscribí a una carrera por relevos en donde yo correría 7 kilómetros. Aclaro empecé el entreno en abril del 2013, y la carrera fue en octubre de ese mismo año.  Y así sucedió, me enganché, y aquí estoy, varias medias maratones, una maratón y ahora un sprint de triatlón después.

Pienso, ¿qué es lo que me enganchó? ¿por qué cada vez que hablo de esto sonrío?

Y concluyo, que hacer deporte…

  1. Me demostró, que la constancia puede más.

Seguir un plan, en cualquier cosa, un plan diseñado de acuerdo a tus posibilidades, a tus capacidades, y que tiene una lógica en la que ves que avanzas, te asegura la meta. Seguir el plan con constancia, los días en los que estás cansada, los días en los que hay frío, los días después de un desvelo, es necesario, porque en una carrera no te arrepentirás de un día de entreno adicional pero sí lamentarás no haber corrido ese kilómetro más.  Nunca pensé, ni en la más remota de mis ideas que algún día llegaría a correr 42 kilómetros sin parar.

Hoy puedo afirmar que los 42 kilómetros son el resultado de un plan que involucra muchos más kilómetros antes. Ese día, solo corres y disfrutas, ya llegaste, ya está hecho.

  1. Me ha permitido llenar mi vida de personas que solo quieren ser mejores y que tienen metas que las llena de ilusión.

Muchas personas corren y entrenan solas, y eso está bien, pero a mí me funciona correr con un grupo, entrenar con personas que, como yo, decidieron por distintas razones que era el momento de empezar. Me alegra muchísimo entrar al Estadio Mateo Flores y ver diferentes grupos de personas que antes del amanecer nos lanzamos a la pista, cada quien, con su propia meta, pero las compartimos, nos reímos, aprendemos y sobre todo entendemos que cada paso te acerca a tu meta. Tengo muchos amigos que he conocido gracias a este deporte, amigos nuevos y amigos que rencontré.  Cada vez que veo el “post” de una amiga que cruzó su meta, que logró vencer sus miedos, o las fotos del entreno del fin de semana de otros amigos, siento alegría y más impulso.

  1. Aprendí a estar más presente en el hoy y ahora.

La mayoría de mujeres, vivimos pensando en lo que pasará mañana, en las muchas cosas que tenemos que hacer aún. Yo pensé que correr era una actividad para “adelgazar” pero aprendí que correr me ha permitido hacer un ALTO, sí, por más contrario que parezca.

Un ALTO porque mientras corro no escucho nada más que mis pasos sobre el asfalto, que mi propia respiración, que el aire saliendo por mi boca. Esto una y otra vez, increíblemente es una especie de meditación, una posibilidad de desconectarme de las listas, las actividades, de las muchas cosas que hacer, y solamente respirar. Es increíble lo mucho que perdemos del mundo cuando le pasamos al lado, pero cuando nos bajamos del carro y nos adentramos en la ciudad, descubrimos muchos lugares afuera y adentro de nosotros que antes no podíamos ver.  Mientras corres, no es posible saltarse un kilómetro, puedes correrlo más rápido o más despacio, pero lo debes pasar para moverte, así como en la vida, hay momentos que no hubiésemos querido pasar, pero nos permitieron movernos a la siguiente etapa, poco a poco, así es.

  1. Hay muchas mujeres a mí alrededor cuyas historias me inspiran.

Siempre he creído que mis amigas, las mujeres que me rodean, juegan un papel inspirador en mi vida, cada quien en lo que hace, y el deporte no es diferente.  Por muchas razones, los hijos, las responsabilidades de la casa, el horario, el miedo, o los diálogos internos, a veces las mujeres dejamos de lado esos sueños que se atraviesan por nuestra mente y pensamos que eso no es para nosotros, o que no podremos. Y en esto no solo hablo de correr o del deporte, hablo de estudiar algo nuevo, de un negocio o un viaje. Todo aquello que te empuja hacia delante, te hace mejor. Esto lo he aprendido de muchas mujeres que han inspirado mi vida, luchadoras incansables, que me demuestran que, la vida vale la pena vivirla así, trazándose metas que te hagan sonreír, y luego recorrerlas con tenacidad y disfrutar el camino con lo que trae.

En el mes de la mujer saludo a todas ustedes mujeres fuertes, soñadoras, alegres, que llenan mi vida de color.

Por Gabriela Roca

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