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Los peores errores se hacen con amor

Por Redacción
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Escrito Por: Lcda. Ana Lucía Ochoa de Molina, Inspirado por Constanza un niña con Autismo.

Para llegar a entender el autismo debemos pasar por muchos obstáculos y cometer errores, pero esos errores se hacen con y por amor.

En un momento de tu vida te enfrentas a tomar decisiones que cambian el rumbo y ritmo del camino.  La respiración y el corazón se sumergen en la inmovilidad, despertando en intranquilidad e incertidumbre. Sin saber que decirle a tu alma vacía, donde resuena en tu mente que el primer paso debe ser fuerte y seguro.

Creo que nadie se espera las consecuencias de las emociones, sentimientos y comportamientos que debes enfrentarte después que abres los ojos cuando te dan un diagnóstico certero del Espectro Autismo. Nunca sabes qué nivel o grado de Autismo tendrá tu hijo debido a que el criterio diagnóstico es un espectro, por lo tanto, hay días en los que amanece en purpura, otro en lila, otro en fucsia, azul profundo y en un amarillo brillante.

Confusión total, te llegas a preguntar ¿qué me prepara el futuro?, ¿qué haré cuándo las personas o la sociedad se dé cuenta que mi hija es distinta a todos? ¿Cómo enfrentaré las críticas y culpas que estas me harán sentir? Críticas que son como espadas que atraviesan mi corazón y pulmones, dejándome un profundo dolor: “Esa niña es rara”, “Esa niña no habla”, “No soporto a esa niña, tan desobediente”, “La madre de esa niña tiene apego y es codependiente de su hija, no la deja desarrollarse por eso no habla”, “Lo único que hace su hija es aprender a comer dulces”, “Disculpe señora ¿Su hija le hace falta una parte del cerebro?”, que solo te hacen callar, voltear y en ocasiones llorar tras la puerta, limpiar lágrimas, eliminar sentimientos de tristeza y seguir adelante.

Dicen que con amor se toman decisiones erróneas y tal vez sí he tomado un paso equivocado en la crianza, educación y forma de guiar a mi hija, pero lo hago con amor. Ese amor que inyecta mi pasión, que me llena al convencerme que cada error nos ha hecho más fuerte y comprender que tener fortaleza es ser libre.  Así que corre, corre, corre Constanza, corre hija mía, extiende tus alas y vuela alto.

No tienes ni idea que los libros redactan una realidad borrosa y confusa de lo que te espera. Cada comportamiento, cada movimiento que hace tu hijo te enseña cada día que la vida no se debe vivir de la misma manera todos los días. Es como dejar caer la lluvia y que el sol tenue refleje la luz que te acobijara en su compasión y comprensión. Todos los días guardamos en nuestros corazones cada vivencia. Tu no medas motivos de que la soledad no es reflejo de mi pensamiento que te ve cantar, reír, correr, jugar y hablar con los demás niños, un reflejo que veo lejano y casi imposible. Las horas y días pasan pero siempre de pie y con fe.

Llora mi alma viendo tus alas recortadas para este mundo terrenal, pero soy capaz a la de ver esas alas brillantes y coloridas para volar lo más alto, alcanzar directamente con tus manos la suavidad de la inmensidad y misericordia del Omnipotente. Esas lágrimas ahora se han convertido en felicidad de ser la única persona en el planeta que tiene el privilegio que Dios me dio tu vida pensando única y exclusivamente en mi, para cuidarte.

Ahora sé que no puedo vivir sin ti.  He entendido que la que vino a cuidarme fuiste tú, la que está pendiente de mis alegrías, pesares y sueños eres tú Constanza.  Amo esos ojitos de gorgojito, ese pelo que brilla más que el cielo estrellado por las noches frescas de verano y esa piel de canela llena de dulzura y tu sonrisa de picardía que me deleita a tener mis pedacitos de felicidad diariamente.

Ahora entiendo porque esperaba que mi vida cambiara y me daría el  momento que  llegarás a mí.

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