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Adiós al mito…

Por Redacción
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En la actualidad, las mujeres están superando a los hombres en la capacidad de ahorro a razón de 6 a 4, según las estadísticas proporcionadas por la empresa Skandia. Si aún no eres parte del grupo, conoce cuáles son los primeros pasos que sugieren las expertas para iniciar este camino

Las condiciones culturales del sexo femenino han cambiado en las últimas décadas, los roles sociales y responsabilidades económicas que hemos adoptado, incluyen a nuestro género en escenarios que ya son considerados por las estadísticas financieras de países como los de la región centroamericana. Tal es el caso del ahorro. Si bien las decisiones de la economía doméstica siempre recaen, directa o indirectamente, en la mujer, actualmente se están buscando instrumentos y técnicas más sofisticadas que las ayuden a incrementar su patrimonio.

Pero, ¿qué hay de los estereotipos que nos rodean en cuestión de dinero?, ¿la condición es una ventaja o desventaja ante el reto del ahorro? Y, lo más importante, ¿por dónde comenzamos este camino hacia una economía saludable? “Hablarle a la mujer de finanzas es hablarle de un terreno muy fértil. Para nadie es desconocido que la mayoría de las decisiones las toman ellas. Aunque los hombres deseen realizar una inversión, primero consultan a la esposa; al final del día, estas decisiones están en manos femeninas”, asegura Maru Castillo, directora de Capital Intelectual y R.H. de Skandia, empresa de inversiones.

Pero no es suficiente, y hemos buscado caminos que nos lleven a derribar el estereotipo de “derrochadoras”.  Mujeres son las finanzas, y las estadísticas te lo dicen. Poco más de 51% de la fuerza de trabajo está integrada por nosotras, pero no es equitativo a la riqueza que detectan (menos de la terceras parte); la pobreza es un fenómeno femenino, sobre todo en las últimas etapas de vida. Sin embargo, éstos son datos duros que no cuadran con la realidad, porque en algunos casos son ellas quienes invierten cada vez más”, comenta.

OBSTÁCULOS DE GÉNERO

Aunque el ser humano tiene tres períodos en su vida productiva (acumulación, crecimiento y preservación de capital), en el caso de las mujeres existen condiciones biológicas y sociales que tienden a modificar las variables. “La profesionista y ejecutiva enfrenta una disyuntiva en su proceso de vida: el tema de la maternidad”. Por ejemplo, cuando comienzas a trabajar, le llamamos la etapa de acumulación. Posteriormente llega una pendiente cuando comenzamos a desarrollar la profesión. A los 30 comienzas a tener más expertisse y se abren oportunidades de crecimiento, ya eres coordinadora o directora; en este momento, es cuando aparece el período más fuerte de ingreso, y perdura hasta la mitad de los 50.

En este momento te preocupas por tu retiro y al terminar la etapa laboral, tu ingreso disminuye sustancialmente es momento de mayor plenitud laboral cuando se enfrenta la decisión de ser madre, “hemos visto que quienes están haciendo un esfuerzo por ahorrar no pueden seguir con el mismo ritmo de trabajo o en los casos extremos lo interrumpen, haciendo lo mismo con el periodo de acumulación, y hablamos del ahorro voluntario e involuntario”. De ahí la importancia de generar fondos que nos permitan solventar situaciones como el retiro o el incremento de nuestro patrimonio, ya que las decisiones sobre formar una familia o no, no se contemplan al comenzar la etapa productiva.

Y, ¿POR DÓNDE SE EMPIEZA?

El primer paso es evitar el prejuicio de que entre tus ingresos y gastos no existe margen para el ahorro. Para eliminar ese paradigma, se debe hacer una evaluación de los gastos que realizamos, tanto los fijos como los cotidianos. De esta manera sabremos si nuestra economía se encuentra en déficit o superávit sobre los ingresos recibidos mes a mes.

“En ocasiones tenemos el estigma de ser derrochadoras, pero no. Sin embargo, existe un factor al que llamamos ‘chatarra’, que compila aquellas fugas de dinero que realizas sin incrementar tu bienestar.»

Es decir, si estoy gastando porque me compré una casa, está bien pues incremento mi bienestar; pero fumar o comprar cremas mágicas para bajar de peso te representan gastos que puedes estar utilizando en otras cosas”. “Saber en qué́ estás gastando te ubicará en tu realidad. Cuánto inviertes en restaurantes, en tarjetas de crédito, etcétera, y cuáles variables se pueden evitar. No pretendemos que la persona no consuma nada, pero sí se podrían hacer cambios en la rutina, que no afecten la calidad de vida”. Una vez realizada la evaluación, por muy pequeña que resulte la cantidad del gasto superfluo, será́ un indicativo de que existe tela de dónde cortar en términos del ahorro; en el caso de que tu situación sea deficitaria, primero se tienen que liquidar las deudas.

“Olvídate del ahorro, paga las tarjetas, si no estarás en una bola de nieve de la que no podrás salir”. El siguiente paso es hacer del ahorro un estilo de vida y comenzar con acciones como establecer porcentajes fijos mensuales destinados a este fin. “Dependiendo de la etapa en la que la mujer esté viviendo se recomienda el porcentaje”.
Solteras: “Si hablamos de alguien que no tiene hijos, 10% es lo idóneo”.

Madres de familia: “Cuando maduras, aparecen los hijos, las hipotecas; aún así́, la recomendación es que incrementes ese nivel a 10 ó 20%. Las mujeres debemos tener muy presente que la pirámide poblacional se está invirtiendo; nuestras mamás a los 30 ya habían tenido a su prole. Ahora, una mujer posterga esas decisiones hasta los 35 años, lo cual resulta en que has terminado tu etapa laboral (65 años aproximadamente) pero debes seguir pagando las maestrías de tus hijos. Sin contar que el promedio de vida se eleva cada vez más y dependerás más años del ahorro que hayas generado”.

La experta asegura que aunque parezcan difíciles, estas tareas son bien acogidas por el sexo femenino, pues “somos más cuidadosas y pesimistas sobre el futuro; lo que nos lleva a la previsión, a ser más racionales en los gastos”. Finalmente recomienda: “El dinero tiene un uso, no está hecho para almacenarlo, es un medio de cambio que cubre tus necesidades. Sólo hay que ponerles nombre y número para ser utilizado.

  • Analiza tu estado de cuenta bancario realiza un ejercicio mental para reconocer cuáles gastos podrán omitirse al ser innecesarios.
  • Busca una fuente de financiamiento. Las cajas de ahorro en tu empresa, o préstamos familiares son una buena opción.
  • Acércate a los expertos y asesórate.

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